[title]
La cosa, como ocurre habitualmente, partió de un gesto nimio. Después de los aplausos de las ocho, dos vecinos amigos ya asomados a sus ventanas sacaron sus fregonas para saludarse. Algo puramente identificativo, porque no podían verse dada la perspectiva de la calle, que resultó cómico. Y el ritual fue creciendo día a día en Amparo y se extendió a algunas calles aledañas hasta convertirse en un fenómeno vecinal que han llamado la Fregonada de Lavapiés. Cada día los vecinos del barrio airean sus fregonas o escobas. Una propuesta divertida que hacen extensible al resto de la ciudad porque además de generar buen ambiente y llenar de puntos de color la calles crean una mayor empatía y camaradería entre los vecinos, ahora que es de día y podemos ponernos cara.