Noticias

Juan Diego Botto: "Ser conscientes de una realidad injusta es el primer paso para cambiarla"

Hablamos con el actor y director sobre la conmovedora (y necesaria) obra sobre la inmigración que ha estrenado en las Naves del Español

Escrito por
Carlo Ferri
Juan Diego Botto
Garay TalentJuan Diego Botto
Publicidad

Las Naves del Español en Matadero han acogido el estreno de '14.4', una obra escrita por Juan Diego Botto, dirigida por Sergio Peris-Mencheta y protagonizada por Ahmed Younoussi, un actor de origen marroquí que cuenta su propia vida, en primera persona. Él llegó a España escondido en un camión cuando solo tenía 9 años, después de estar viviendo en las calles de Tánger desde los 6 años y soñar con cruzar el Estrecho de Gibraltar, esos 14.4 kilómetros que dan título a la función. Lo intentó hasta 7 veces, y a la octava fue la vencida. El destino quiso que Peris-Mencheta y Ahmed se encontraran en un rodaje y ahí se selló un compromiso: algún día contarían su historia en un escenario. Una historia muy dura pero que ha podido ser contada desde un lugar amable y con mucho sentido del humor gracias al trabajo conjunto entre Ahmed y Botto, y con la dirección de Peris-Mencheta, que atraviesa también un momento delicado en su vida desde que le fue diagnosticada una leucemia, aunque esta obra, que dirigió a distancia mientras estaba ingresado en un hospital de Los Ángeles, ha sido un soplo de energía y fuerza para seguir luchando contra la enfermedad. Y es así como la obra se convierte a su vez en un acicate para humanizar lo que se ha deshumanizado y un antídoto contra el racismo.

Como lo hacía Lorca en 'Una noche sin luna', tu obra anterior, también Ahmed nos pone delante un espejo, también su historia nos cuenta como comunidad, como ciudadanía. ¿Cuál es para ti lo fundamental de ese reflejo que nos devuelve la historia de Ahmed?
Yo creo que la parte que buscábamos resaltar en esa historia de Ahmed como valor principal tiene que ver con humanizar su relato, con poner una historia humana detrás de lo que normalmente para nosotros es una cifra, una estadística, un relato periodístico, generalmente vinculado a la criminalidad. Cuando se habla de niños que llegan a España solos, sin sus padres, esas noticias están relacionadas con el peligro, con el miedo, se asimilan a un proceso de deshumanización. Esos niños son narrados como un otro violento, una suerte de esencia del mal que viene a conquistarnos, a arrebatarnos lo nuestro, y queríamos poner un rostro y una historia a uno de esos chavales que vienen solos, y contar que al final son niños, niños con una historia generalmente muy dura detrás.

Queríamos poner un rostro a uno de esos chavales que vienen solos, y contar que al final son niños

Hay una vocación muy pedagógica en la propia concepción del espectáculo, ya desde el texto. ¿Tenías claro que necesitamos una serie de datos para contextualizar y entender lo que se cuenta o es una llamada de atención sobre la crisis de verdad que vivimos, que requiere estar constantemente desmintiendo bulos que desdibujan la realidad? 
Sí, es cierto, hay mucha contextualización y hay mucho dato, en parte porque sentíamos que hay mucho de lo que no hablamos habitualmente. Hay muchas noticias sobre migración todos los días, se habla mucho sobre los migrantes, y sin embargo creo que hay mucho desconocimiento sobre lo que pasa al otro lado y qué responsabilidades podemos tener con respecto al otro lado, sobre la historia propia de Europa en el continente africano, o la historia actual: cómo opera Frontex por ejemplo (la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas), cómo actúa Europa en los negocios con África… Que el progreso del norte está sustentado sobre el abuso del sur puede sonar como un eslogan, pero hay datos que sustentan esa afirmación y ayudan a entender por qué la gente viene, esa desposesión ayuda a entender por qué la gente huye, siempre hay un vínculo entre esas realidades.

'14.4' es un antídoto contra el racismo, claramente. Pero ¿qué hacemos si al teatro solo va gente ya convencida de que el racismo es una lacra? ¿Cómo llegar a los que se dejan encandilar por los cantos de sirena del racismo diluido hoy, apenas disimulado, en las promesas de los nuevos líderes de la derecha y ultraderecha?
Fíjate que pienso que muchos de los espectadores que entrarán a ver la función tendrán sus prejuicios contra los migrantes. Creo que una de las cosas más tristes, o complejas, o difíciles, que están pasando últimamente, es que el marco de la extrema derecha ha sido asumido por prácticamente la inmensa mayoría de los actores políticos. Las últimas leyes que ha aprobado la Unión Europea -y hablo de la UE anterior a las últimas elecciones que hemos tenido, que no era una Europa con un corte tan conservador-, ya habían comprado el marco de la extrema derecha. Hablar de migración y vincularlo a peligrosidad, a delincuencia, es algo común en la mayoría de los informativos y en muchos partidos. Las últimas leyes que se han aprobado en España, derivadas de Europa, son absolutamente lamentables y están englobadas en ese marco. 

Las últimas leyes que se han aprobado en España, derivadas de Europa, son absolutamente lamentables

¿Cómo has trabajado un material tan vulnerable, siendo la historia de una vida servida por su propio protagonista, para no caer en condescendencias o sensiblerías facilonas? 
Cuando me reuní por primera vez con Ahmed lo primero que él me dijo es: yo no quiero dar pena. Eso fue clave para mí, me parecía que hablaba muy bien de él el hecho de que no quisiera dar pena, que no quisiera contar su historia desde el lugar del "ay pobrecito, con todo lo que yo he sufrido". Y a la vez yo quería evitar por todos los medios una mirada paternalista y condescendiente para con "los pobres niños migrantes". Al final la historia se cuenta en primera persona y tenía que tratar de ponerme en la personalidad de Ahmed. Además, lo iba a interpretar él mismo, con lo que tenía que ser algo que fuera coherente con él y que fuera asequible y fácil. Ese fue el intento, hablar en primera persona desde el punto de vista de un chaval que ha crecido en Marruecos y ha vivido en la calle, con todo lo que eso conlleva.

De primeras, Ahmed ya nos enfrenta a la contradicción que cabalgamos a diario con la broma del móvil que hace al principio de la representación. El móvil, el aparato que se erige como símbolo del colonialismo extractivista sobre el que levantamos nuestro bienestar. ¿Hay escapatoria o estamos “condenados” a vivir en estas contradicciones? ¿Ser conscientes es suficiente?
Creo que ser conscientes es un paso muy muy importante para poder empezar a cambiar las cosas, de hecho es el paso imprescindible, no hay nada que se pueda empezar a modificar si uno no lo conoce, si no es consciente de que ese fenómeno acontece. Hay dos partes en todo proceso de cambio: una, y quizás la más compleja, es el conocer el fenómeno, la toma de conciencia de un hecho; la segunda parte tiene que ver con la voluntad, y es una decisión, la decisión de modificar las cosas, pero para ese momento donde reina la voluntad es imprescindible el paso previo donde manda la conciencia, tienes que conocer ese fenómeno. Como te decía antes, vivimos en un mundo claramente extractivista donde el progreso del norte cabalga sobre el abuso del sur, eso es así. En el espectáculo lo decimos con esta sencilla comparativa: es más fácil que entre en Europa un kilo de coltán que un niño explotado que trabaja en una mina de coltán. 

Es más fácil que entre en Europa un kilo de coltán que un niño explotado que trabaja en una mina

El proceso del montaje ha coincidido con la enfermedad de Sergio y su tratamiento. Con esa situación y con el contenido de la obra: ¿cómo habéis llegado a conseguir que sea un relato amable y hasta divertido, contando una historia tan dura? 
La idea del relato amable y del sentido del humor estuvo desde el principio y tiene que ver con casi todo lo que escribo en teatro y con la relación con Sergio. Él es muy insistente en el respeto al espectador, en entretener al espectador, en que un espectáculo además de aportar una reflexión tiene que ser entretenido, incluso divertido, divertido en un sentido amplio, que a mí Bergman me parece divertido, para que nos entendamos. Ese respeto a la narración, al relato, es algo que Sergio tiene muy en cuenta. Y el sentido del humor lo tuvimos presente desde el principio. Creo que la vida de Ahmed es suficientemente dura como para no intentar dotarlo de cierto sentido del humor. Había cosas, como su infancia con su padre por ejemplo, donde buscamos la manera de que tuviera cierto tono irónico para que no fuera sin más hurgar en la herida de un niño maltratado en su infancia.

NO TE LO PIERDAS: Las mejores obras de teatro para ver ahora mismo en Madrid

¿Buscas más planes? ¡Inscríbete en nuestra newsletter y no te pierdas ninguno!

Últimas noticias

    Publicidad