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A unos metros de Gran Vía, acaba de abrir sus puertas (de hecho, siguen aún con el 'soft opening'... es nuevo novísimo) un rincón japonés para comer rico y barato, para comer un bol rápido al mediodía y seguir trabajando/comprando/paseando o para compartir cualquier noche (prenavideña) de estas varios platos al centro de la mesa entre otros aficionados a la cocina nipona en su versión más callejera e informal. No esperéis sushi. Nada de eso. Su propuesta es otra. Su carta se vertebra, de hecho, a partir del clásico y crujiente empanado (a base de panko) de carne o verdura. Igual ya conocéis Don Panko en Chamberí... Por ahí va la cosa.
Así que venimos con otra apertura en pleno centro de Madrid con jóvenes asiáticos al frente. Con sus Ficus Ginseng, su torii, su daruma y demás iconografía japonesa repartida por el local se estrena Katsu en Malasaña (Luna, 22). Un comedor dividido en dos espacios, donde mandan la madera y la sobriedad. Atmósfera estilosa (sobre todo en el espacio más interior) para una carta breve, sencilla pero meritoria. Un plan infalible si estáis por la zona.
Platos caseros. Y eso también vale para la salsa tonkatsu que dejan en la mesa para sumar una mayor dosis de umami a ese cerdo duroc empanado protagonista de su katsudon; el punto de la carne es certero. Tienen varias opciones de donburi, plato en bol con arroz que hace las veces de nuestro (casi extinto) plato combinado. Algunas de esas opciones resultan más que curiosas como esa que incluye dos hamburguesas sazonadas a su manera y acompañadas de huevo poché. Y cocinan otras, muy recomendables, con una estupenda salsa de curry. Cerdo, pollo, ternera o berenjena (para los que opten por el plan vegetariano).
Varios entrantes animan la conversación previa. Y entre bocados más conocidos como el takoyaki, el pollo karaage o una ración de edamame salteados con shichimi togarashi hay algunas sorpresas. Por ejemplo, sus smash gyozas. Sí, como lo leéis. La fiebre smash ha ido más allá de las hamburguesas. Y no es que las pasen por la plancha como es habitual sino que son como un par de obleas rellenas y fritas lo justo. Tienen una versión vegetal y otra de ternera. Un pequeño reto si comes con palillos y quieres mojarlas en la salsa de soja con vinagre de arroz.
Tampoco son tan habituales otras frituras como las croquetas de patata y ternera o el kushiage cheese (con queso gouda). Por supuesto, y a 12 euros (los donburi rondan también este precio), tiene su propio sando. Bueno, no uno sino dos. Ambos con pan brioche. Tres postres tres cierran la visita: tarta de sésamo negro, panna cotta de té matcha y... de vuelta a la gyoza, esta vez rellena de manzana.