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Con clásicos como los callos a la madrileña, el rabo estofado o las albóndigas de ternera ha llegado hasta hoy siendo una de las tabernas más reconocidas y visitadas de Madrid tanto por locales como por turistas que buscan una inmersión con garantías en los platillos, usos y costumbres de nuestra ciudad. Tabernas centenarias tenemos unas cuantas en nuestro callejero pero a esta, que mantiene 1 Sol Repsol desde 2017, le queda menos de un lustro para cumplir dos siglos (aunque la supervivencia del restaurante Botín sea insuperable). Aquí en tiempos de Fernando VII, la gente acudía a tomar un chato de vino con un huevo duro y un trozo de bacalao.
Una barra de esas que son casi más patrimonio emocional que arquitectónico, bullicio a todas horas, mesas muy bajas a la entrada y un comedor cargado de memorabilia y recuerdos históricos y una icónica puerta de entrada. Hablamos de Casa Alberto (Huertas, 18), fundada en 1827, leyenda viva de nuestra restauración, catedral de las tapas, fiel defensor del recetario castizo. En las antípodas de los locales de moda pero tan o más animado que esas novedades cada vez que levantan la persiana.
La gente va para comer, entre decenas de imágenes de otro tiempo, sus manitas de cerdo rellenas de rabo o sus caracoles y bacalao a la madrileña pero también para tomarse un vermut con su bocatín de calamares con alioli, su ensaladilla rusa o sus bombones de morcilla.