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Podéis ir a comer unas raciones en la terraza o algo más elaborado en su salón de paredes de piedra pero también podéis asomaros a picar algo en las mesas altas de la zona de barra para tantear el terreno y haceos una idea del ambiente casero y familiar que derrochan en este restaurante oculto en un gran pinar a orillas del río Lozoya, en el corazón de la sierra madrileña.
Tenéis que ir a Rascafría y continuar, pasado el monasterio de El Paular, por la carretera que sube a Peñalara. A la izquierda encontraréis el aparcamiento pero luego tendréis que cruzar un pequeño puente para acceder a este bucólico emplazamiento que en verano refresca y brilla en otoño. Eso sí, venid con reserva porque las plazas de parking están contadas. ¿Su nombre? La Isla.
Cocina sencilla y gustosa, tradicional, serrana, de rabo de toro, de buenas setas en temporada, de judiones con matanza, de caldereta de ciervo... y mucho para picotear y reponer fuerzas tras el paseo por este fabuloso entorno que se asoma hasta la misma puerta del restaurante: torreznos, morcilla frita, patatas revolconas, ensaladas, chorizo a la sidra... ¿Merece o no una escapada cualquier fin de semana de estos?