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No son nuevos (ni muchos menos) en el conocido como barrio de los metales en Arganzuela pero quizás no estén en el radar de todos (y deberían) los que acuden de visita/paseo por el Matadero o el cercano parque de Enrique Tierno Galván. Es una pista que habitualmente dan los amigos italianos que viven en Madrid y que han refrendado centenares de clientes anónimos; han sido galardonados con el Travellers' Choice de Triadvisor durante 3 años consecutivos y su particular tiramisú (hay que pedirlo salvo que seáis fanáticos del cannolo siciliano) fue premiado como el Mejor de Madrid por la guía Restaurant Guru.
Conquistan tanto por su fabulosa relación calidad-precio como por el buen trato en el servicio. Es un rincón sencillo pero de alma auténticamente italiana en Legazpi. Y tiene una apañada terracita ideal para las noches de verano. Pero en Gustazio (Embajadores, 197) no vas a encontrar pizzas. Lo que sale de su horno son pinsas estilo romano (una elaboración típica del antiguo puerto de Ostia). Deliciosas, crujientes y sutilmente esponjosas. Masas, a partir de harinas de trigo, arroz y soja, de largas fermentaciones para que no caigan a plomo en el estómago y una mezcla de ingredientes italianos y producto de temporada (no vais a encontrar su pinsa zucca en verano). Infalibles. Una docena de versiones, incluidas una vegetariana y otra vegana.
Si esas pinsas son la mejor excusa para acercarse con amigos o familia, para comer con niños en esta zona de Madrid Río, sus platos de pasta (de unos agnolotti a su puttanesca) son el compañero perfecto para poner toda la comanda al medio y compartir. A eso podéis sumar su melanzane alla parmigiana o su estupenda caponata o ir por el lado de las tablas de embutidos y quesos transalpinos.
Y si vais solos de prospección, quizás sean las puccias (ese pan de la región de Apulia) la opción más recomendable. Una especie de bocadillo que puedes elegir rellenar de mortadela con pistachos, de speck y scamorza o de una guiso casero de carrillera. Un lugar agradable y humilde que vale para casi cualquier plan y que merece la pena no pasar por alto. Mucho. Pero, ojo, es más que conveniente ir con la mesa reservada.