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Continúan las discrepancias entre el Ayuntamiento y los vendedores ambulantes del Rastro, que no consiguen llegar a un acuerdo para que el mercadillo callejero más famoso de Madrid vuelva a instalar sus puestos cada domingo en el entorno de la Ribera de Curtidores. Y la consecuencia más evidente a este conflicto es que este domingo tampoco habrá Rastro.
Los vendedores ambulantes ya tienen permiso para volver a desarrollar su actividad, pero no aceptan la condiciones impuestas por el Gobierno de Almeida en esta nueva normalidad, unas medidas que se mantendrían mientras dure la alerta sanitaria. A saber, instalar solo el 50% de los puestos, repartidos en cinco zonas acotadas por un vallado perimetral: Ribera de Curtidores, Gran Vía de San Francisco, la plaza del Campillo de Nuevo Mundo y la plaza del General Vara del Rey.
Los comerciantes rechazan de pleno esta reubicación porque supone sacarles de su huella original, de sus localizaciones históricas, y piden poder ejercer su actividad en sus lugares habituales, respetando la reducción de puestos al 50%. Pero el Ayuntamiento rechaza esta propuesta porque considera que contribuiría a la aglomeración de personas y, por tanto, mayor riesgo de contagio.
Para Almeida, la reubicación es la solución idónea, a pesar de no ser la más económica para el consistorio, porque supone "un esfuerzo extraordinario" por las medidas que hay que tomar para garantizar la reapertura del mercadillo con toda la seguridad, desplegando 3,5 kilómetros de vallas y personal municipal, principalmente policía. En cualquier caso, ha señalado que se trataría de una medida temporal. En palabras de Almeida, los comerciantes tienen el "compromiso definitivo, firme y serio" de que El Rastro volverá a su configuración original cuando se supere la pandemia. Mientras no haya Rastro, continuarán las manifestaciones de sus vendedores.