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Un tridente perfecto. Carta castiza, parrilla de carbón y vistas al lago. Eso lo dicen ellos. Así se definen. Nosotros podemos añadir: terraza, sombras de árbol y un nombre del que siempre puedes fiarte (en el plano gastronómico, decimos): Javier Goya. De lo que hasta ayer era El Taller, de los mismos dueños del éxito que fue, es y será Villa Verbena, ahora cuelga el rótulo de La Taberna de Triciclo y se ha teñido de granate como guiño cromático a la nave nodriza. Y quienes ya conozcan Triciclo (quién no conoce Triciclo), el verano pasado celebró una década, sabrán que tenemos otra pista en la Casa de Campo donde se va a comer (muy) bien.
Pero, ojo, no es lo mismo. No es que el restaurante de éxito en el barrio de Las Letras baje a este lado del Manzanares con una versión más informal para comer a orillas del agua. Es otra cosa. No es el hermano gemelo con terraza, es el hermano pequeño. Similar por propuesta a la cocina que el grupo trabaja en La Elisa (Santa María, 42). Cocina madrileña, tabernaria, de raciones que reconoces. Vamos, que puedes llevar a tu pareja, a los amigos y a toda la familia y con todos vas a quedar fenomenal por un ticket medio alrededor de los 35 euros. Como viene de quien viene, lo difícil va a ser hacerse con una reserva al aire libre durante los fines de semana. Así que no lo dejes para última hora. Avisados estáis.
¿Qué se va a comer en La Taberna de Triciclo en la Casa de Campo?
Habrá todo ese tapeo al que siempre decimos sí sea o no para compartir. Tienen gildas, croquetas, patitas de calamar, huevos rotos, tabla de quesos y embutidos... pero también raciones castizas tan nuestras como torreznos, gambas al ajillo, callos, oreja, alitas de pollo... Todo, claro, pasado por el filtro de unos cocineros que saben cuidar las cosas. Cocina sabrosa para gustar a una inmensa mayoría. Porque este giro de guion, complemento perfecto de Villa Verbena (aquí el ticket medio es notablemente superior), revalidará su título de reyes culinarios de la Casa de Campo.
Otra pata fundamental del proyecto es la parrilla. Por supuesto, carne y pescado, pero también verduras. Que en verano igual apetecen más unos cogollos a la brasa (o lo que tengan) que un vacío de vaca. Podéis elegir una chuleta o un tuétano o también dejaros caer en un chorizo criollo, una morcilla de Burgos o unas sardinas con las que vais a echar de menos no tener el mar enfrente (ojalá el lago consuele).
