[title]
Es casi un secreto aún. Abrieron hace un año pero fue el pasado septiembre, con el inicio del nuevo curso, cuando el barco empezó a coger velocidad de crucero. Quien va, si puede, repite. Entre tanto local de moda y tanta tendencia, se agradece la calma que propone este comedor sobrio pero elegante y con las cosas muy claras. Fiarlo (casi) todo a la soberbia materia prima que manejan. Tocarla lo justo.
Su propietario sabe bien lo que ofrece porque él mismo va periódicamente a las lonjas de Rosas y Palamós para supervisar/comprar el género. Estamos en el primer restaurante de cocina ampurdanesa de la capital. Y ese territorio siempre apetece. Así que si este verano no ha tocado vacaciones en la Costa Brava, acercaos por este placentero restaurante que no pasa desapercibido en el barrio de Almagro.
Como un íntimo homenaje a Carmen, la madre de Joan, responsable del local junto a su mujer Marisa, ha desembarcado Sa Marinada (Fernández de la Hoz, 33) en Madrid. Y si vais estos días (hasta el 14 de junio) os encontraréis con otro homenaje. El que le hacen a la exquisita gamba roja de Palamós que está en su mejor momento. Han diseñado un menú alrededor del producto estrella de estas costas mediterráneas pero llega con plazas limitadas. Cuatro salados (salvo las navajitas que trae del Delta del Ebro, todos los platos incluyen la preciada gamba), un postre y agua, refrescos y cafés incluidos. 90 euros (vino aparte, claro).
Aunque esta sugerencia es tan especial como efímera, siempre podéis ir a carta. Pero entonces tendréis que venir dos veces (apuntad el horario: de martes a domingos, de 13.00 h a 16.00 h y de 20.30 a 23.00 h.). No por lo inabarcable de su propuesta -porque no abruma- sino por la cantidad de anzuelos que tiene gracias a la cuidada selección de proveedores (de las lonjas de Roses y Palamós) y al conocimiento del producto que maneja Joan (su padre fue pescador, han tenido varios negocios de restauración en la familia y sabe cuando algo tiene que estar al fuego 10 y no 15 segundos).
Hay arroces (seco y meloso), pescados salvajes que llegan cada dos días (servidos a la brasa, con una infalible receta materna o al horno), unas anchoas maceradas finísimas, un plato de cigalitas al Armagnac que no quieres terminar o unos chipironcitos que echaréis de menos todo el verano... Y hay también algunos bogavantes del Mediterráneo en su pequeño vivero junto al comedor. Otra cosa no pero su piedra angular nace del trabajo para armar ese corredor único por inexistente Costa Brava-Madrid. ¿Carne? También, también. Testimonial, eso sí. De la cocina pueden salir unas albóndigas de ternera o una butifarra de payés pero aquí lo que apetece es mirar al mar.
En bodega tenéis, claro, etiquetas de varias DO catalanas (blancos, tintos, espumosos) pero también destacadas maisons de Champagne, conocidas referencias de Rioja y Ribera del Duero y cuentan con servicio de descorche. Ese trato al cliente (su aforo es de 40 personas pero prefieren dar 25 comensales para cuidar el servicio) es otro de los sellos de esta casa familiar donde todo se hace al momento y donde tampoco hay que saltarse el postre. Tiene media docena de opciones dulces pero probad sus fresas a la pimienta y ya nos decís.
NO TE LO PIERDAS: Top 50: mejores restaurantes de Madrid (una lista viva)