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A principios de los años 20 del siglo pasado, un tótem de diseño marcaba la entrada a la estación de Cuatro Caminos por la avenida Reina Victoria. Y así fue hasta 1937 fecha en la que desapareció del mobiliario urbano de la capital. Ahora, 85 años después, este elemento ornamental tan característico del metro de la época, una especie de farola de hierro de más de seis metros de alto, ha vuelto a la superficie tras la reforma acometida en las instalaciones de la que fuera una de las ocho estaciones del primer tramo inaugurado de la red de Metro de Madrid en 1919.
Ha sido precisamente su carácter histórico lo que ha llevado a Metro y al ayuntamiento a plantear una reforma, no solo de modernización de las instalaciones (que falta le hacía), sino temática. Eso ha convertido la estación de Cuatro Caminos en todo un homenaje a la historia del suburbano y sus trabajadores (como el Andén Cero o Nave de Motores, y que se pueden visitar gratis), plasmada en siete lienzos y dos pinturas que ya cuelgan de las paredes de la estación. Uno de ellos, de hecho, ocupa todo el andén de la línea 2.
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