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"Quiero que esto recuerde una historia pero que empiece a contar otra. Ya he disertado mucho sobre el cambio y ahora prefiero hablar de lo que hacemos". Esto nos comentaba Narciso Bermejo, quien junto a Martín Presumido (propietario de Mamá Chicó), había gestionado la polémica y profunda reforma de El Palentino, un bar modernizado donde aún se servían buenas cañas y pepitos de ternera (con mejor pan y mejor carne), y donde las fotos de Jonás Bel nos devolvían la vieja plancha, la tragaperras y esa barra de millones de rostros.
Sin Casto ni Loli al otro lado de la barra la esencia del legendario bar se perdió para siempre. Eso era irrecuperable pero los nuevos aires que le imprimieron sus hasta ahora propietarios tampoco lograron reflotarlo ni mucho menos consolidarlo como una nueva referencia en el barrio. Obviamente la pandemia ha terminado de darle la puntilla a un local cuyo desorbitado alquiler no podía sostenerse más en el tiempo.
Adiós a esas letras rojas sobre fondo blanco del rótulo (quizás ande tras él Dj Nano), que, de hecho, ya han desaparecido porque las obras del próximo inquilino ya están en marcha. Será también un espacio hostelero y se llamará Pez, 8 en referencia a su ubicación. Se ha cumplido la máxima: "Segundas partes nunca fueron buenas". Sobre el nuevo negocio que verá la luz, esto es lo que Ana de Lucas ha adelantado a eldiario.es: "Tendrá una cocina divertida y moderna, apostaremos por los destilados de elaboración propia y una carta de vermuts únicos con diferentes macerados; estéticamente será más blanco, con más madera y vegetación…".
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