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Tan parte de nuestro paisaje como unos churros en San Ginés, un bocata de calamares en, por ejemplo, El Brillante o una copa en lo que queda del legendario Chicote. El Museo del Jamón, abierto en 1978, es, sin duda, otro sello para la maleta del turista. Visitantes extranjeros, curiosos de toda índole y vecinos del barrio comparten sus barras atraídos por la nota kitsch, los buenos precios o una caña bien tirada. Compartían, mejor dicho. Porque cuatro de los seis locales de esta cadena de restauración acaban de bajar la persiana.
Las localizaciones más estratégicas y más populares de este binomio entre el bar castizo y la charcutería han tenido que cerrar por culpa de esta segunda ola de pandemia. Según anuncian en sus redes, sus propietarios solo han dejado abiertos las direcciones de Avenida de Córdoba y Poeta Joan Maragall. Cesan, hasta nuevo aviso, su actividad los establecimientos de la Plaza Mayor, Carrera de San Jerónimo, Paseo del Prado y calle Mayor.
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