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Bañarse en el Manzanares, beber en botijo o refrescarse con la manguera en plena Gran Vía, son algunas de las imágenes que ha recopilado la Comunidad de Madrid, que pertenecen al fondo Martín Santos Yubero y a la colección Madrileños, pertenecientes al Archivo Regional. La colección de fotos se puede ver de forma virtual a través de la web del Portal de Archivos o descargarse el catálogo de manera gratuita.
La exposición recupera instantáneas de cómo los madrileños no dudaban en sumergir la cabeza bajo el chorro de cualquier fuente pública o utilizarlas como piscinas improvisadas allá por 1933. También hay constancia de los más audaces, que preferían un buen chapuzón en el río Manzanares, uno de los lugares favoritos de las familias para pasar el día al aire libre disfrutando de una buena comida en el campo y aliviando el calor en el agua fresca.
De hecho, Yubero fotografió divertidas escenas de juegos en el agua e imágenes en las que se puede apreciar lo llenas que podían llegar a estar algunas de las zonas de baño. La conocida 'playa de Madrid', creada en 1932 a orillas del río, era otro de los lugares a los que recurrían los vecinos de la capital cuando el calor apretaba y, durante varias décadas, hizo las delicias de los madrileños. La selección que ofrece esta muestra incluye imágenes las del año en que se inauguraron estas instalaciones, donde no faltaban la arena, un servicio de tumbonas, columpios y barquitas para alquilar.
Años después comenzaron a construirse piscinas públicas en los barrios como se puede ver en las fotos de las piscinas Playa Victoria, de Tetuán; en las Niágara de la Cuesta de San Vicente; las de El Lago, en la Casa de Campo; o las famosas del Parque Sindical en Puerta de Hierro.
Yubero refleja un Madrid desconocido de calles desiertas a las horas de más calor y la Gran Vía vacía de viandantes. Mientras tanto, los operarios de servicios regaban las calles manguera en mano, los obreros de la construcción se refrescaban en bidones o botijos de agua y algunos trabajadores se daban un respiro y sesteaban en bancos, adormecidos por la canícula, tal y como recoge el fotoperiodista en 1935 o en 1955.
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