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Para casi todos los bolsillos (desde los 15 hasta los 300 euros) y para cualquier momento del día (desde el desayuno a las copas de madrugada). Todo plan es bien acogido en este megaespacio gastronómico en el centro de Madrid, a un paso de la plaza del Sol, donde los doormen luce un uniforme creado por la emblemática y centenaria casa Seseña. Encaja para una cena íntima, una comida de negocios o una tarde con amigos. Estas son las primeras credenciales de la espectacular Galería Canalejas, que ya ha abierto sus puertas.
Solo las primeras porque son muchos los nombres implicados en este complejo de más de 4.000 metros cuadrados que parte de lo exclusivo para volverse una dirección popular para madrileños y turistas nacionales e internacionales. 13 espacios gastronómicos se reúnen bajo el mismo techo. Sellos internacionales como los helados de Amorino o las ostras de Daniel Sorlut con propuestas tan nuestras como una taberna gallega (Garelos), una emblemática pastelería de Tarancón (El Goloso) o la carta de arroces del histórico restaurante St. James (que aquí ha sumado una barra de cócteles de inspiración mediterránea).
Pero el verdadero espectáculo, más allá del jamón Cinco Jotas que sirven en el corner de DBellota, lo ponen en bandeja Julio Mármol y Rubén Arnanz. El primero firma dos locales, Monchis y The Eight (más que una hamburguesería premium a modo de fabulosa bienvenida al espacio, con futura terraza a pie a la calle). Monchis parte de la filosofía japonesa, de su pureza, para trasladarla a México. Brasas de madera de binchotan (no es nociva), trompos con la materia prima más excepcional (cerdo ibérico puro de bellota, de wagyu 100%, y atún en kobujime) y pescado salvaje del día. "Aquí nuestro gran reto es cómo domar un picante sin que se apodere de un producto", lanza Mármol. Menú omakase (55-65 euros) o carta (65-75 euros). Y todo envuelto en una escenografía cuidada al milímetro (con un techo tubular que recuerda a un extraordinario órgano de la catedral metropolitana de México y unas buganvillas para teletransporte al país azteca) y un fino trabajo de sonido ambiente. Fiel a su manera de entender el negocio, aquí también hay un espacio privado, solo para socios, de apenas tres mesas, (12 comensales) paredes "mappeadas" para eventos promocionales y con entrada propia desde el parking para mantener el anonimato.
Por su parte, el chef segoviano Arnanz, uno de los más jóvenes en lograr una estrella Michelin, trae su refinada cocina castellana al corazón de la capital y lo hace en dos formatos en 19,86. Una barra-atelier con menú degustación para veladas más recogidas y un comedor aledaño con varias mesas donde la carta es la que manda. Los suculentos bocados que van saliendo dan la réplica cromática a un certero interiorismo (con tejas, horno de adobe, maderas de castaño...) y se armonizan con una treintena de vinos con alma. Oda al km.0 en todas sus dimensiones.
La ya de por sí heterogénea propuesta lo es aún más con una muy dinámica zona (MAD Gourmets está pendiente de apertura) que aglutina 20 gastronomías distintas, donde baja el ticket medio y donde encontraréis desde comida vegana a pizzas pasando por bocadillos gourmet. Pero aún hay más: los dim sum con ya muy consolidado sello del grupo China Crown (Le Petit Dim Sum), la fusión y la fiesta (en su versión más acotada) de Salvaje, el último 'place to be' capitalino y los platos de pasta fresca hecha en casa diariamente de Davvero (incluido un pequeño colmado para comprar delicias transalpinas).
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