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Su dolor y sufrimiento, su fascinación por la tradición popular y hasta su amor por el mole con pato. Y es que, además de pintora y musa de Diego Rivera, Frida Khalo fue (y es) la gran representante de la mexicanidad. Por eso este año la impresionante ofrenda del mega altar de muertos que Casa de México de Madrid está dedicada a ella. Una instalación espectacular que en esta ocasión hunde sus raíces en la tradición y artesanía popular mexicana a través de la figura y la obra de la icónica artista mexicana.
Para esta nueva edición, la quinta que se celebra en Madrid, la fachada ha sido intervenida con una gran calavera gigante de 13 metros. Y la escalera de entrada a la Fundación (Alberto Aguilera, 20) se ha llenado de cientos calaveras de azúcar, más de 20.000 flores de papel picado de vivos colores y corazones de hojalata repujada (los tradicionales 'milagritos') tan típicos de la artesanía mexicana en homenaje a la gran Frida Khalo, presente a través de una fotografía colocada en el centro del altar. Y alebrijes, y catrinas...
Y no está sola. Fundación Casa de México ha querido que la artista estuviera acompañada de dos personas de vital importancia para la conservación de su legado: a un lado, su marido y gran muralista mexicano Diego Rivera, y al otro, Dolores Olmedo, coleccionista, mecenas e íntima amiga de la familia (tanto que incluso dicen que fue amante de Diego).
La visita guiada es la mejor manera de acercarse a esta instalación y descubrir qué es lo que no debe faltar nunca en este tipo de ofrendas populares, ya sea en formato altar modesto o en uno tan espectacular como este. En el de Frida no faltan totopos, frijoles y mole (era una enamorada de la comida favorita), pan de muertos (imprescindible), calaveritas de azúcar (que recuerdan que todos somos mortales), velas, copal (para el incienso típico con el que se perfuma el Día de Muertos), sal (para purificar), flor de cempasúchil (muy representativa en esta época del año en México) y agua, que de hecho es el primer elemento que se pone en el altar.
Para verlo bien de cerca, se ha instalado un pequeño altar en la segunda planta, mucho más parecido a lo que realmente se instala en cada casa. Antes de llegar, no perdáis de vista las piezas de madera policromada instaladas en el descansillo antes de llegar, porque representan otro de los elementos básicos en la celebración del Día de Muertos para los mexicanos: las tonas y los nahuales, animales protectores y espirituales. Y es que, según las creencias mexicanas, cada persona se vincula a uno de estos tótems desde el momento mismo de nacer.