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A lo largo de dos meses, se había convertido en una de las principales atracciones de la Puerta del Sol. Antonio López, uno de nuestros pintores más internacionales, ha pasado todo ese tiempo en la céntrica plaza de la capital creando una de sus inconfundibles obras, en las que impera el realismo más detallista. Junto a sus lienzo y sus caballetes, López llamaba la atención de paseantes, turistas y curiosos, que no dudaban en inmortalizar la histórica estampa con su teléfono móvil.
Hasta ahora. Este domingo, el artista de Tomelloso (Ciudad Real) ha dado por concluida su labor y ha abandonado el lugar. Lo ha hecho tras captar la luz del atardecer en las dos vistas complementarias de la plaza: una desde la esquina con la calle Carretas, y otra desde la misma plaza, bajo el eje formado por el reloj que da cada fin de año las campanadas y el cartel del Tío Pepe.
Antonio López se presentó en la Puerta del Sol un día de julio a las siete de la tarde. Un policía municipal llegó a preguntarle si tenía licencia, algo que, evidentemente, sí tenía. De hecho, al caer el sol los lienzos se guardaban en el edificio de la presidencia de la Comunidad de Madrid, donde pasaban la noche hasta ser recogidos por el pintor al día siguiente.
Ahora, habrá que esperar para ver el resultado final de estos dos meses de trabajo. Seguro que, como el resto de sus obras, no dejará indiferente.
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