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Ana Belén Beas y Goizalde Núñez: "Hay que aprender a estrellarse y disfrutarlo"

Hablamos con las protagonistas de una de las comedias teatrales más divertidas de este verano

Escrito por
Carlo Ferri
Estrelladas
Teatro LaraEstrelladas
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Dos actrices españolas venidas a menos comparten camerino en un teatro de Miami. La una con maneras de diva, la otra una superviviente con ínfulas. Así arranca 'Estrelladas', la nueva comedia de Antonia Moreno, que está llamada a ser una de las fábricas de carcajadas más productivas de este verano en Madrid. Charlamos con sus directoras y protagonistas, Ana Belén Beas y Goizalde Núñez, antes de que desembarquen en el Teatro Lara para estrenar en España una obra que ya se ha visto, precisamente, en Miami.

Vienes de hacer esta obra, Ana Belén, en Miami, en aquel caso sin Goizalde, y la obra transcurre en un teatro de Miami. Supongo que ficción y realidad no se parecen, pero ¿qué relación tienes con Miami?
Ana Belén Beas: En realidad nada, pero últimamente hemos estado unos meses allí tanto por nuestro trabajo con la productora El Tío Caracoles, que estamos empezando a hacer producciones allí, como yo particularmente que tras hacer la premiere de 'Estrelladas' estuve como actriz en 'El inconveniente', una obra de Juan Carlos Rubio. Es verdad que la autora, Antonia Moreno, sitúa la acción en Miami, pero podría situarse en cualquier lado, lo importante es que sea un lugar lejano, distante y ajeno al origen de las protagonistas. Cuando uno está lejos, al estar más solo y lejos de sus afectos, todo se magnifica. Y eso es lo que les pasa a estas dos actrices, que están muy venidas a menos, que nadie las llama para trabajar, y en el peor momento de sus carreras, si es que alguna vez han tenido un momento bueno, se encuentran lejos de sus raíces. Emma, el personaje de Goizalde, se pone más altivo, y Tania, a la que yo interpreto, está un poco desquiciada

A la hora de trabajar en teatro, ¿Madrid y Miami se parecen o nada que ver?
A.B: Yo he trabajado en Miami, he trabajado mucho en Argentina y he trabajado en Los Ángeles también, en California. En todos los sitios hay cosas muy diferentes, pero te vas dando cuenta que hay algo en el mundo artístico que nos une a todos. Es muy interesante, pasas por lugares distintos y culturas distintas y aprendes que no hay una sola verdad absoluta, una sola forma de hacer las cosas, abre mucho la mente. Pero siempre, en un lugar como el teatro, sucede la magia y sucede porque hay mucha gente apasionada que se junta para hacer realidad algo que late muy fuerte dentro de todos. 

Goizalde, ¿tú has tenido experiencias de este tipo trabajando en otros países?
Goizalde Núñez: He tenido la fortuna de viajar justo el año pasado con el montaje de 'La vida es sueño' que dirigió Declan Donellan para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, y es como viajar en una alfombra mágica de Aladino, la alfombra es casa, es el escenario, que se va moviendo por ahí y se traslada a distintos lugares. Esa sensación de hogar que se tiene en el escenario no desaparece aunque estés actuando en otros lugares más o menos lejanos. Lo que es muy hermoso es ver cómo reaccionan los distintos públicos, esto engrandece la función, te engrandece a ti como actriz y, además, tienes la percepción de que las cosas, como dice Ana, no son solo de una manera. No respira igual una función en Bulgaria que en Escocia o que en Buenos Aires. 

Que sean dos actrices venidas a menos, ¿es una excusa para ponerlas al límite, para revelar la rivalidad?
A.B.B.: Las dos son unas supervivientes, básicamente. Emma representa a la actriz que a ella le hubiera gustado ser, no la que ha sido, porque ella ha soñado siempre con poder hacer teatro clásico, esa actriz que te hace un shakespeare o un lorca. Pero no lo ha logrado, y al verse en una tierra extraña, en un sitio donde nadie la conoce, llega con unos aires de grandeza como anticuados…
G.N.: En plan diva total…
A.B.B.: Claro, y se piensa que así la van a tratar mejor, le van a dar más importancia. Y Tania es lo contrario, es tan superviviente que ni siquiera es actriz, pero para poder comer ha tenido que hacerse pasar por actriz para conseguir este trabajo en un teatrito de segunda, más que nada por tener un techo, que en el contrato le dan cama, dietas y funciones teatrales, así que… Al final son situaciones muy al límite que provocan que todo lo que pase entre ellas tenga sentido, aunque desde fuera parece que nada de lo que pasa tiene sentido.

¿Y qué pasa exactamente, hasta donde se pueda contar…?
G.N.: Ellas han ido a ensayar una función con un director misterioso, parece que es un show musical, que hay un coro, pero no saben muy bien de qué se trata. Se van conociendo la una a la otra mientras y necesitan mucho la fantasía que se han hecho de sí mismas para sobrevivir, se agarran a eso porque su estado vital en realidad es bastante lamentable y paupérrimo, pero la fantasía de lo que se supone que van a llegar a hacer, las mantiene en pie. Son unas fantásticas, se ilusionan mucho… no podemos contar mucho de lo que pasa porque son hechos muy sorpresivos para el espectador, pero lo bonito de esta función también es que las dos protagonistas sean diferentes. Emma es muy prejuiciosa con Tania, pero lo que las une al final es lo que las hace entenderse, lo que tienen en común, no las diferencias. Al final, en la vida, entender que todos respiramos lo mismo te hace ver que lo que nos une es más importante que lo que nos diferencia. 
A.B.B.: La gracia es que han llegado allí porque estaban buscando a dos españolas, porque es una función que requiere saber un poco de flamenco y folclore español; para ellas es una oportunidad, pero la productora pide dos actrices con rollo andaluz, 'typical spanish'. Y aparece una que es vasca, como Goizalde, que no ha bailado flamenco en su vida, y una que en realidad ni es actriz. A partir de ahí tienen que mantener las mentiras, no solo con el director, también entre ellas. Se ponen muy estupendas como aquellas divas de Hollywood que se peleaban. 

De hecho, tú, Goizalde, hiciste hace unos años 'Bette y Joan', una obra que iba de la rivalidad entre Bette Davis y Joan Crawford. 
G.N.: Sí, es muy curioso, pero esto no tiene nada que ver con aquello, imagínate, los personajes no han tenido éxito para nada, más bien han encadenado fracaso tras fracaso. Lo que pasa es que intentan llevar su divismo desde otro lado. Y luego esta cosa de ser de Bilbao e irse a Miami a hacerse la flamenca, da mucho juego cómico. Esto es un show de mucha risa, muy gamberro, nada que ver con aquello que era más profundo sobre las grandes actrices. 

Ya que hablamos de actrices en camerinos, ¿cómo es vuestro ritual en el camerino antes de la función?
G.N.:Yo al principio llevaba mis cositas, cuando empecé, con cosas de mi familia, fotos y tal, llegaba y montaba ahí el camerino. Pero ahora ya no, no me da la vida, me maquillo y bastante tengo con gestionarme que soy un poco caótica… en el camerino, solo en el camerino, en la vida no. Eso sí, lo que sigo haciendo es ponerme delante de una foto que tengo de mi padre, que levantaba el puño para darme ánimo cuando me iba en el autobús de Bilbao a Madrid para hacerme actriz. Siempre intento visualizar su gesto, que tenía una sonrisa y una mirada muy bonitas y agarrarme a ese amor con el que me lanzaron a esta aventura. 
A.B.B.: Yo soy un poco al revés, necesito llegar muy temprano al teatro, como dos horas antes de la función, me gusta respirar el silencio del teatro, ese momento previo me encanta, y en el camerino me gusta tenerlo todo muy bien colocado, todo en orden, y poco más. Eso sí, en cada obra, si hago algo antes de la primera función, lo tengo que volver a repetir ya en todas. Por ejemplo, si Goizalde y yo nos abrazamos antes de la primera función, nos vamos a tener que abrazar siempre. 

La obra también habla, lo habéis dicho, del éxito y del fracaso. ¿Qué diríais vosotras que es el éxito en vuestra profesión?
G.N.: Poder vivir de este oficio ya me parece un gran éxito, porque una se mete en esto porque lo ama, porque le ha picado la mosca, como digo yo, así que si consigues hacerlo tu medio de vida es lo más, aunque a veces la cosa flojea y cuesta mucho mantenerse. 
A.B.B.: Para mí lo mismo, el éxito es poder hacer lo que te gusta. Yo no soy muy ambiciosa, no quiero ser una actriz mega famosa o salir aquí o allí, o ganar mucho dinero. Igual es un defecto, pero todo lo que hago lo hago porque lo elijo, porque es lo que me late, lo que me apetece hacer, porque me llena y me hace disfrutar, porque hay una gente interesante en el proyecto, porque promete una experiencia bonita, por lo que voy a aprender de una persona o de un país. El éxito es poder elegir los proyectos basándome en eso. 

Lo contrario del éxito, es el fracaso, cuando te estrellas, como en esta obra… ¿cómo hacer para no estrellarse?
G.N.: Hay que aprender a estrellarse, hay que estrellarse y atravesarlo, porque es irreal que no te estrelles en la vida alguna vez. 
A.B.B.: Y además de aprender a estrellarse, aprender a disfrutarlo, ¡siempre que el golpe no sea muy fuerte, claro!

Por cierto, es muy curioso el nombre de la productora, El Tío Caracoles… ¿de dónde viene?
A.B.B.: Bueno, tiene su historia, tiene que ver con el mote de mi abuelo, que le llamaban el tío Caracoles, unos dicen que porque tenía el pelo muy rizado y otros que porque usaba mucho la expresión ¡caracoles! para cualquier cosa. Pero además es que mi abuelo se dedicaba a conducir calesas para los artistas, grandes artistas que iban a trabajar al teatro o a otros lugares en calesas, y las conducía mi abuelo, que de alguna manera estaba muy vinculado al mundo del teatro. Y por ese afecto que guardo, quise hacer este pequeño homenaje y ponerle ese nombre a la productora, en honor a su amor por el teatro.

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