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Tres años de éxito acumula ya el comedor de los chefs León Bonasso y Pablo Paternostro en la parte alta de Arganzuela, entre La Casa Encendida y el mercado de Santa María de la Cabeza. Tres años en los que han consolidado una propuesta viajera, siempre solvente y de precios ajustados. Un restaurantito de barrio que se ha hecho grande tirando del boca oreja, de la satisfacción diaria de sus clientes. Han crecido tanto que sus responsables se han aventurado a abrir otro, similar pero con personalidad propia, en unprivilegiado esquinazo del barrio de La Latina.
Bajo el lema de "Cocinamos como nos gusta", han convertido en clásicos de la casa platos como el tiradito de corvina a lo japo con mayonesa wasabi, naranja y caviar de soja, el taco de anguila en tempura con huevo de codorniz o los mejillones con crema de curry y frégola sarda. Un espléndido resumen de su ideario, una carta en la que no faltan opciones inherentes al origen argentino-uruguayo de sus cocineros. A saber: un bife de Angus aquí, un volcán de dulce de leche allá. Bardero sigue pero ahora es el momento de visitar y probar la oferta del recién abierto Alto Bardero (Plaza de Puerta de Moros, 4). Justo a tiempo para quienes anden por el centro esta Navidad.
La propuesta de Alto Bardero incide en los viajes de ida y vuelta sin jetlag. Con buen criterio, tino, cariño... Vais a encontrar desde un katsu-sando de lomo ibérico a unos dumplings de gambas y sriracha con consomé al Jerez y panceta Joselito. Estos son algunos de los platos principales en la zona de comedor. Porque la principal novedad de este hermano menor es que suma algo que el primero no tiene: ¡barra! Hay una zona de bar con barra y varias mesas altas para ir a tapear. Y en esas vitrinas de bienvenida brilla su tortilla de patata (con cebolla confitada), su tosta de boquerón y papada ibérica o sus confortables buñuelos de Idiazábal.
En el local que antes ocupara Juana la Loca (mantienen su icónica tortilla de patatas con cebolla confitada para los nostálgicos) ahora puedes ir de picoteo y cañas o sentarte en su banco corrido al fondo, pedir a la carta y repasar su carta de vinos (quieren tirar de pequeños productores, de vinos naturales, de etiquetas argetinas... y poder servir casi todas sus referencias por copas) hasta elegir una botella para compartir. "Queremos volver al barrio por el cariño que le tenemos y traer parte del espíritu de Bardero aquí", apunta Bonasso, que llegó a La Latina en 2004 para abrir con su padre el ya desaparecido Juana la Loca.