Noticias

12 motivos para querer a los madrileños

No tenemos playa, somos muy acogedores, pensamos que no tenemos acento... y más motivos para tenernos un poco de cariño

Madrid metro
Photograph: ShutterstockMadrid metro
Publicidad

¿Existe un odio hacia los madrileños? ¿Es real esa comentada oleada de 'madrileñofobia' que se ha extendido por las redes sociales? Haber sido el principal foco de contagios y fallecidos por el covid-19 no ayuda, pero tampoco es excusa para alentar el enfrentamiento entre nosotros. Por eso, os damos 12 motivos por los que hay que querernos aunque sea un poco y olvidar ese 'antimadrileñismo'. ¿Se os ocurre alguno más?

1. Porque no tenemos playa...

Nos pasamos el año deseando que llegue el verano para huir de la ciudad, eso es así. Y mira que agosto es quizá uno de los mejores meses para disfrutar de Madrid: no hay tráfico, ni atascos, puedes comer en los mejores restaurantes (que estén abiertos) sin reservar, las piscinas dejan de estar masificadas, los cines con aire acondicionado vuelven a convertirse en el mejor refugio, el Retiro se convierte en un oasis sin gente... Esto es porque en cuanto suben un poco los termómetros, cogemos el coche o el avión y nos vamos a cualquier lugar que linde con el mar. 

2. ...Y nos gastamos nuestros ahorros en ciudades costeras

Otra cosa no, pero la mayoría de los chiringuitos valencianos hacen su agosto (nunca mejor dicho) gracias a todos los madrileños que se gastan sus pagas de verano en paellas, cervecitas al sol y gintonics de sobremesa. Y quien dice Valencia, dice cualquier ciudad costera de Andalucía o del norte de España, que los espetos y el marisco gallego también son muy deseados por los madrileños. 

Mercado de Diseño
Mercado de Diseño

3. Porque todos sois/somos madrileños

¿Alguien conoce a un auténtico 'gato'? Es decir, alguien cuyos cuatro abuelos hayan nacido en Madrid. Es casi como un animal mitológico, porque lo cierto es que casi todo el mundo tiene una madre andaluza, un padre extremeño, un abuelo asturiano o un tío murciano. Y por la calle, en los cafés, en los barrios, en las plazas, te cruzas con el estudiante de Erasmus italiano, el marroquí que montó hace más de una década su restaurante de Lavapiés o los chinos que regentan la tienda de ultramarinos de debajo de tu casa. Viene gente de todo el país a estudiar en nuestras universidades, buscar trabajo en las empresas que tienen aquí su sede, ir a un partido de fútbol o incluso para una despedida de soltera. Y todos son siempre bien recibidos. 

4. Porque nos vamos de cañas con cualquiera

Lo decimos nosotros, y quienes mejor nos conocen: sí, nos gusta (mucho) ir de cañas. Y lo mejor es que no nos gusta hacerlo solos. Nos encanta que todos los que vienen a visitarnos (familia, amigos que viven fuera, compañeros de trabajo expatriados) conozcan nuestra cultura de bar. Una caña bien tirada, una tapa generosa y amigos para siempre. 

5. Porque no sabemos lo que son la primavera o el otoño

Pasamos de los 38 grados en agosto a sacar el abrigo en octubre, de la bufanda a los tirantes. Puede que suene un poco exagerado, pero el clima en Madrid es bastante extremo. Olas de calor, olas de frío, tormentas de verano... puede que a lo largo del año disfrutemos de dos o tres semanas de temperaturas agradables, suaves, de manga corta durante el día y rebequita por la noche. Aprovechadlas, porque no suelen durar. 

6. Porque vivimos bajo una boina de contaminación

Basta con subir a alguno de los miradores de la ciudad, o alejarse un poco del centro (al Cerro del Tío Pío por ejemplo o parque de las Siete Tetas) para comprobar la espesa capa de contaminación bajo la que vivimos, que respiramos cada día. Es cierto que las semanas de confinamiento han ayudado a reducirla, pero en cuanto hemos vuelto poco a poco a la normalidad, los humos también han regresado a la ciudad. 

Bocadillo de Calamares La Campana
La Campana

7. Porque, sin mar, hacemos del bocata de calamares un icono de la ciudad

Y no hace falta que sea en El Brillante: casi cualquier bar de la capital es bueno para degustar esta delicia tan típicamente madrileña. ¿Cómo? ¿Que no tenemos mar? No pasa nada: eso no es incompatible con tener los mejores calamares y meterlos entre pan y pan. 

8. Porque tenemos una de las mejores aguas de grifo del país... 

Es un tópico sí, pero eso no quita para que sea verdad. Si no nos creéis, probad a dar un trago aquí y en el Levante. Aunque esto en realidad no es mérito nuestro, sino más bien es una suerte que tenemos, ya que según dicen las mejores aguas nacen en las sierras. Y no tendremos mar, pero montañas (gracias a la sierra de Guadarrama, entre otras) tenemos unas cuantas.   

9. ...Y también uno de los mejores cielos (o eso dicen)

De Madrid al cielo. Otro cliché, sí. Pero probad a contemplar un atardecer desde el Templo de Debod o desde la azotea del Círculo de Bellas Artes y decidnos si no es uno de los más bonitos que habéis visto. Está claro que es muy diferente de ver una puesta de sol desde la playa de Papagayo en Lanzarote o desde los Picos de Europa, en plena naturaleza, pero disfrutar de ese cielo anaranjado entre tanta edificación y bullicio, también tiene su encanto. 

10. Porque pensamos que no tenemos acento 

Los madrileños pensamos que nuestra forma de hablar es la más correcta, que no tenemos acentos y que quién mejor que nosotros para decidir cómo se tiene que expresar todo el mundo. Y 'ej que' para eso somos la capital del país, donde se come el 'pescao' más fresco y donde mejor 'la' pasamos. 

11. Porque medimos la distancia (y el tiempo) en paradas de metro

Cuando los madrileños quedamos con alguien y nos pregunta dónde estamos, la respuesta suele ser la misma: a dos o tres paradas de metro (o las que sean). Las líneas de metro y sus paradas son nuestra mejor forma de medir el espacio. Mientras que para calcular el tiempo que tardamos en llegar tenemos una más fácil aún: 20 minutos. Todo suele estar a 20 minutos (o cinco o seis paradas de metro). 

12. Porque seguimos perdiéndonos por la M-30

No eres un auténtico madrileño hasta que no te hayas perdido alguna vez por los túneles de la M-30. Ahora la gente los tiene más dominados, pero al final el macroproyecto de Gallardón, con el que perdimos millones de euros y ganamos Madrid Río, aquello era un auténtico caos. Y aún hoy en día te encuentras coches que cambian rápidamente de carril porque casi se pasan la salida, gente que frena repentinamente al entrar en ellos porque se olvidan de la limitación de 70 Km/h  e incluso vehículos que han dado la vuelta completa a la M-30 totalmente desorientados. 

Las mejores ideas de ocio y cultura en la nueva Time In Pocket interactiva

Últimas noticias

    Publicidad