Situado en el centro de Madrid, a un paso de la Puerta del Sol, conviene ir con los ojos bien abiertos cuando uno se lance a su encuentro. Y es que la Casa de las Alhajas, con su fachada de ladrillo visto, impone; pero no resulta todo lo llamativa que cabría esperar de un edificio histórico hasta decir basta.
Lleva en pie desde finales del siglo XIX y tantos años han dado para muchos usos. Desde el mes de septiembre, este edificio, propiedad de la Fundación Montemadrid, le añadirá uno más a su lista: funcionará como la sede de TeamLabs, empresa dedicada a la educación y formación en productos y servicios digitales así como en nuevos roles. El alquiler tendrá una duración de 20 años.
Historia
La Casa de las Alhajas, que ahora acoge un innovador centro de formación, se levantó, no obstante, sobre el lugar que ocupaba el primer convento de la ciudad. De nombre San Martín, como la plaza en la que se encuentra, se fundó en 1126 y estuvo operativo hasta 1868. Fue la desamortización de Mendizábal lo que posibilitó que el edificio pasara a manos del Estado y posteriormente fuera adquirido por la Caja de ahorros y Monte de Piedad. De hecho, se puede decir que es todo un superviviente, si tenemos en cuenta que en 1974 estuvo a punto de ser demolido. Cosas de la vida, finalmente la orden no se ejecutó.
Gracias a ello, hablamos de que cuenta su vida por siglos, durante los cuales ha sido casa de empeños y subasta de objetos, sala de exposiciones y lugar privilegiado, por sus dimensiones y sus rasgos arquitectónicos, para la celebración de todo tipo de eventos. No en vano, gusta su patio central cuadrado, desde el que se distribuyen el resto de las instalaciones. Y, sobre todo, el lucernario de hierro y vidrio que lo cubre.
Tales filigranas se las debemos a los arquitectos Fernando Arbós y Tremanti y José María Aguilar, quienes a finales del siglo XIX presentaron a concurso el proyecto de construcción que resultaría ganador. Además de las características descritas, tuvieron en cuenta que el edificio cumpliera con una serie de requisitos de aislamiento e incombustibilidad, para garantizar la seguridad de los objetos que albergaría; así como que contara con un salón que, en su día fue de ventas, y en la actualidad será de formación.