En la provincia de Cáceres, a un paso de la frontera con Portugal, se esconde un inesperado hotel rural de 12 habitaciones, levantado sobre una antigua casa de campo de la que se ha conservado la fachada, el porche principal y la arquitectura tradicional de Sierra de Gata. El aspecto nos dice que estamos en Extremadura (mucha pizarra, madera de roble, granito portugués, piedra y corcho) pero el alma no puede ser más ibicenca: estamos en el refugio de los Roselló, una familia que desde el año 1965 se dedica al negocio de la carne en San Antonio (Ibiza) y que en 2012 vino hasta esta tierra en busca de una dehesa para la cría de su ganado porcino y vacuno. Para culminar, a finales de 2021 decidió abrir este sueño de hotel rural.
Un jardín de más de 220 hectáreas repleto de encinas, alcornoques, acebuches, castaños, jara, tomillo o quejigo rodea el hotel, un lugar en que es imposible no contagiarse del entorno. Cada habitación, decorada con objetos de hierro, madera y fibras naturales, recibe el nombre de alguna hierba aromática o variedad vegetal de la zona. Porque si hay algo que lo hace único es su dehesa. De esta despensa natural salen las excelentes carnes y embutidos de cerdo ibérico y vacuno que depués sirven en carta (o en la tienda gourmet del hotel): desde embutidos ibéricos a cortes de Retwagyu, la variedad que la familia Roselló ha creado al mezclar novillas de Retinta con dos auténticos sementales Wagyu (aquí los hacen a la parrilla, sobre brasas de carbón de encina). Y como aderezo, un exquisito aceite de oliva virgen extra (Medalla de Oro en los Premios Extrema Selección 2018), extraido a mano de las 50 hectáreas de olivos de manzanilla cacereña que rodean el hotel. Contemplarlo desde las habitaciones es una de las actividades placenteras que se pueden hacer; pasear por la finca, avistar pájaros, observar el firmamento con telescopio, disfrutar de un baño en su piscina al aire libre bajo el cielo de la dehesa o de una sesión de relax en su hamman, son otras. Porque este no es solo un hotel, es una historia de amor por la naturaleza que se disfruta con la vista y el paladar.