14 películas con mucho sexo

Sexo salvaje en el Japón feudal. Esta es la historia de un hombre y una mujer que se encierran durante días y días en una habitación para entregarse a las prácticas sexuales más excéntricas. Brillante el momento en el que él le mete a ella un huevo duro en la entrepierna y se lo hace expulsar poniéndose en cuclillas, como una gallina. Estrangulaciones, BDSM y esa sensación de aire viciado por el olor genital que queda en el cuarto cuando follas mucho y no ventilas.

El cineasta danés Lars Von Trier cuenta la historia de un grupo de adultos que, con el objetivo de descubrir el idiota que anida en su interior, deciden prescindir de todas las inhibiciones. 'Los idiotas' es una película con sexo, plagada de desnudos y escenas explícitas, algunas de ellas 100% reales. 

Incluso en la más retorcida de sus películas, Cronenberg sabe cómo ponernos a tope. Y 'Crash' no es una excepción. Basada en una novela de J.G. Ballard, solo se puede calificar como un placer adulto de alto voltaje. Esos polvos metálicos sobre la carrocería del coche, esos cuerpos llenos de cicatrices después de los accidentes de tráfico, esa atracción fatal por las heridas y el riesgo. Administradla con precaución. Desde que la vi me excito cada vez que paso por delante de un concesionario.

El sexo lo impregna todo, lo real y lo que se imagina, en la película de Stanley Kubrick (la última del director) que en 1999 protagonizaron Tom Cruise y Nicole Kidman. Una vida en pareja idílica, la inseguridad que provoca una fantasía y que lleva al protagonista, un médico neoyorquino, a abrir puertas a mundos donde el placer no tiene límites: propuestas, fiestas, orgías… se dan la mano con los celos y la infidelidad para ir tejiendo este relato.

Las filias sexuales existen. Obvio. Las curiosas (o raras), también. Son ellas, precisamente, las que tienen un protagonismo especial en 'Kiki, el amor se hace', la comedia dirigida por Paco León. Protagonizada por el propio León, acompañado de nombres como Natalia Molina o Álex García, esta cinta habla de deseo y de exploración sexual. También del descubrimiento de nuevas formas de placer y de cómo les será necesario en su viaje de autoconocimiento romper tabúes para poder incorporar a su vida aquello que es fuente de gozo y disfrute para ellos.

Todos recordamos a Javier Bardem en esta película, toreando desnudo en un cerro en plena noche, con la luz de la luna blanca cayéndole sobre las nalgas. O lamiéndole los pechos a Penélope Cruz, diciéndole que los pezones le saben a tortilla de patata, a cebolla y a jamón recién cortado. Esa efervescencia erógena que en el cine de Bigas Luna es marca de la casa nos ha proporcionado maravillosas fantasías húmedas. Qué mejor momento para volver a ver esta película con mucho sexo.

Si visteis 'Climax' os gustará saber que la anterior película de su director era una porno en 3D. El tema, por cierto, molaba mucho. Por un lado, porque el 3D hacía que esos cuerpos que fornicaban ante nuestros ojos parecieran dos fantasmas ingrávidos suspendidos en una nube translúcida. Por el otro, ahí estaba ese momento estelar en el que un pene erecto eyaculaba su descarga de semen más allá de la pantalla, hacia donde la audiencia pasmada lo recibía con asombro como una bendición.

La directora chilena Marialy Rivas hace un retrato del despertar sexual de Daniela, una chica criada en una familia muy conservadora. A sus 17 años, mantiene una lucha interna entre los valores que le han inculcado y los impulsos que poco a poco se hacen más intensos, especialmente su atracción hacia otra mujer.

Olvidaos de esas 'romcoms' tan castas en las que después del coito los personajes se cubren con las sábanas hasta la laringe, por si acaso. Michael Winterbottom firmó una historia de amor de verdad, con escenas de cama y bañera, con bello púbico, órganos genitales, orgasmos, gritos y sudor. En fin, una película sexual sin concesiones puritanas. La cinta, por cierto, estaba dividida en nueve momentos, a cada uno de los cuales correspondía una canción, de Franz Ferdinand a Black Rebel Motorcycle. 

En 'Hable con ella', Almodóvar filmó un sueño lúbrico un poco surrealista, en blanco y negro y con estética de película muda, inspirado en 'El increíble hombre menguante', de Jack Arnold. Contaba la historia de un hombre que se hacía pequeñito y podía explorar el cuerpo de una mujer dormida, escalar hasta la cima de sus senos, recorrer su ombligo y, finalmente, meterse entre los pliegues de su vagina, como quien descorre una cortina y pasa a la habitación contigua.