"Con 'Hogar' decretaron el estado de alarma, y ahora, a punto de estrenar 'Bajocero', llega esta nevada…”, dice entre risas Javier Gutiérrez (Luanco, 1971). "Quédate quieto, Javi", responde el periodista. No hay lugar para la teoría del gafe, viendo la imparable trayectoria del actor asturiano. Mantenida durante una involuntaria pausa del rodaje de la cuarta temporada de 'Estoy vivo', justificada por los estragos de la borrasca Filomena, la conversación llega a propósito de su segundo estreno en Netflix en menos de un año. "Son casos distintos, porque 'Hogar' era un original de Netflix. Cuando las películas están hechas para el cine, a uno le da cierta frustración que acaben estrenándose en una plataforma, pero por otro lado es evidente que le va a dar una visibilidad increíble, nada que ver con la carrera que probablemente hubiera tenido en salas en este contexto… Una cosa por la otra”, sostiene.
Y es que 'Bajocero', debut en la dirección de Lluís Quílez (con un sólido reparto en sus manos que incluye a Karra Elejalde, Luis Callejo, Isak Férriz y Patrick Criado), testosterónica crónica del traslado de un grupo de presos peligrosos en un furgón blindado enfrentado a una amenaza exterior, ha sido una de las muchas películas que, víctimas de la pandemia y del desconcierto del cine en salas, han encontrado cobijo en una plataforma.
Parece una cinta de acción a la americana, pero 'Bajocero' se convierte en otra cosa...
Tiene un muy buen guion que no solo se ciñe al puro entretenimiento, también hay un poso interesante para la reflexión del espectador. Cuando la peli parece que se agota en el furgón, es muy inteligente sacarla fuera, y todo cobra otra dimensión. Disfruto mucho rodando películas así, hace unos años no se me hubiera ocurrido nunca que pudiera protagonizar una peli como esta. Hasta 'La isla mínima' se me asociaba a la comedia. Ahora, las oportunidades que me brinda el cine de género son más interesantes.
Esta profesión es muy cruel, pasas años esperando una oportunidad y no siempre llega
'La isla mínima' te cambió la vida.
Yo me veía haciéndola porque ya había hecho mucho drama en teatro. También es verdad que con Alberto Rodríguez dirigiendo, con ese guion, y acompañado de Raúl Arévalo o Antonio de la Torre… muy mal lo tenía que hacer para que eso no funcionara. Sí es cierto que cambió la forma en que el cine empezó a verme. A raíz de la película, del ruido que hizo, de los premios, empezaron a llegarme propuestas muy distintas y de directores muy importantes. Hubo un salto cualitativo en mi trabajo y pude subirme a ese tren. No sé qué sería de mi carrera sin 'La isla mínima'. Esta profesión es muy cruel, pasas años esperando una oportunidad y no siempre llega.
Recuerdo estar con su director, Alberto Rodríguez, al lanzarse el tráiler, que pintaba muy bien, y él me decía: Nos ha quedado entretenida.
(risas) Es que Alberto es un poco como yo, somos de la misma familia: muy prudentes, de perfil bajo, de amarrar a los caballos, para que las hostias duelan menos. Pero es un peliculón, sin duda. Directores como él, como Sorogoyen, como Urbizu, hacen un cine de género acojonante.
¿Te sientes un privilegiado, pudiendo elegir?
Elegir, elegir… (risas). Pocos pueden hacerlo. Yo no lo siento así. Cada vez que me enfrento a un personaje siento que o se han equivocado o que en unos días verán que podrían haber elegido a alguien mejor. Eso ayuda a no dar nada por hecho ni a creer que tienes nada ganado de antemano. Lo que hago funciona, pero tampoco soy tonto, y conozco mis limitaciones. Eso no significa que no arriesgue, soy culo inquieto, pero no suicida.
La comedia sigue presente, aunque fundamentalmente en televisión. Acabas de terminar 'Reyes de la noche', y es imposible no citar 'Vergüenza'.
Ahora hago un tipo de comedias que no me ofrecen en cine, porque no se hacen. 'Vergüenza' es una serie arriesgadísima, hay algo muy fresco y excitante en ella. Como en 'Reyes de la Noche', que acabo de terminar para Movistar, y que se inspira en la guerra entre dos popes del periodismo deportivo de la radio nocturna en los años 90…
¿Tú haces de García o de José Ramón de la Morena?
(risas) Digamos que la serie no habla directamente de ellos, pero sí está inspirada en la disputa que mantuvieron en los años 90. Y en mi personaje hay mucho de García, sí, en la forma de decir, de moverse, de trabajar. He disfrutado muchísimo.
Adoro 'Vergüenza'. ¿Es especialmente gozoso hacer algo así?
A mí me divierte mucho. Es una serie muy arriesgada, desde la escritura y desde la interpretación. Y creo que el trabajo que hacemos Malena Alterio y yo es valiente, no todos se atreverían a hacer algo tan descarnado. Hay espectadores que ni siquiera se asoman a esa ventana porque es escalofriante (risas). Es un tipo de comedia que ni se hace aquí ni creo que haya paladares demasiado preparados para ella. Pero los seguidores de la serie lo son muy convencidos. Y hay algo muy fresco y excitante en participar en ella, y un lenguaje común que nos hace muy cómplices con Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero, sus creadores, con los que ya había trabajado antes, y esa comunión quizás hubiese sido más difícil con otros actores. No se hace y será difícil hacer más comedias como esta.
'Campeones' siempre será la película de mi vida
Has terminado 'La hija', nueva peli de Manuel Martín Cuenca, con el que rodaste 'El autor'. Y estás en plena filmación de la cuarta temporada de 'Estoy vivo', para TVE.
Creo que 'La hija' es su mejor peli y estamos esperando para ver si se puede llevar a un festival potente, se merece que haga mucho ruido y que se estrene con fuerza. Y no lo digo porque yo la protagonice y por el cariño que le tengo a Manuel, es que creo que es una gran película. Y estoy muy contento con la nueva temporada de 'Estoy vivo', que es una serie… muy viva (risas). Ni yo mismo sé muy bien todo lo que pasa en esta temporada. Es una serie muy basada en la sorpresa, no está escrita al completo, y casi se va cociendo capítulo a capítulo. Está viva, muy viva, es como un partido de fútbol, el que mejor juega sigue en el campo y el que falla se va al banquillo. Los guionistas van atando cabos y van ampliando las tramas que mejor funcionan. Y, como aún nos faltan tres o cuatro episodios por rodar, no soy capaz de explicar cómo va a terminar...
Hablábamos de 'La isla mínima' como un punto de inflexión. Otro es, sin duda, 'Campeones'...
Sí, y no fue una película fácil de levantar. Un directivo de una cadena le llegó a decir a Javier Fesser que las películas de subnormales no vendían. Con estas palabras. Es una gran película, no solo por lo bien que se lo pasa uno y el buen rollo con el que el espectador salía del cine, es que nos hace mejores, por la visión de la discapacidad que da. No sé si ayudará a que las nuevas generaciones que la han visto cambien el punto de vista hacia ese mundo: en este país nos hemos asomado a la discapacidad desde la ignorancia, desde la falta de educación y de sensibilidad. Y quiero pensar, y quizás soy muy idealista, que 'Campeones 'sigue ayudando a mejorar esa mirada. Yo tengo un hijo con discapacidad y sé de lo que hablo, por eso también fue tan importante para mí hacer esa película. Independientemente de lo que haya hecho y vaya a hacer, 'Campeones' siempre será la película de mi vida. Y doy las gracias a Fesser por ese regalo.