"Soy fan de las películas de mafiosos, con esos ajustes de cuentas, con esos diálogos... Creo que me gustan porque no tienen nada que ver con cómo se hacen las cosas aquí". Nos lo advierte, mirando a cámara, el abogado protagonista de 'Marbella', la nueva serie de Movistar+. Un tipo tan listo y eficaz como canalla y sin escrúpulos, que borda con desparpajo y carisma nuestro entrevistado. Hugo Silva (Madrid, 1977) rompe la cuarta pared constantemente, abundando en el carácter juguetón y gamberro de esta producción de seis episodios que supone el regreso de la dupla formada por Dani de la Torre y Alberto Marini, tras el éxito de 'La Unidad'.
El mismo año en el que ha vivido su primera nominación al Goya con su trabajo en 'Un amor', de Isabel Coixet, nuestro hombre vuelve al medio que le convirtió en una estrella mediática gracias a 'Los hombres de Paco'. Ahora, en 'Marbella', se pone en la piel de un tipo que lava la cara y blanquea los trapos sucios de los más peligrosos narcotraficantes afincados en la Costa del Sol. "Vivo de la pereza de los jueces y del crimen desorganizado", confiesa un personaje que se ha llenado los bolsillos con sus trucos de letrado, retorciendo las leyes hasta el infinito, algo que le permite vivir en un casoplón con piscina, lucir trajes carísimos y relojes exclusivos, y hasta conducir un Rolls Royce.
Menudo lugar debe de ser Marbella...
Yo no he visto ningún otro lugar igual. La concentración de lujo que tiene la ciudad llama muchísimo la atención. Todo es tan exagerado que resulta desconcertante. Tú te sientas en Puerto Banús y los coches que ves pasar no son ni medio normales. Ves a chavales jovencitos vistiendo chándals que a lo mejor cuestan 10.000 euros. La fauna que habita Marbella es impresionante.
Puede que sea el papel más difícil que he hecho
Hay una ligereza muy divertida en la serie que nos ocupa. Es juguetona, trepidante y con un tono bastante alejado de 'La Unidad', la anterior producción de De la Torre y Marini. ¿Fue un estímulo a la hora de aceptar el proyecto?
Sí, absolutamente. Creo que la historia pedía ese código más desenfadado, que a mí me recordaba, sobre todo, al cine de Martin Scorsese. Del Scorsese más gamberro, el de 'Uno de los nuestros' y el de 'El lobo de Wall Street'. Con personajes a los que nunca se juzga, y que son tan exóticos dentro de la gravedad de lo que hacen que no te queda otro remedio que seguirlos. La serie tiene una narrativa ligera y un punto de vista desenfadado que hace del producto algo muy atractivo. Es una fórmula que creo que en España todavía no se había probado y la verdad es que todo el equipo está muy contento del resultado, que creo que es espectacular, redondo...
Y el tuyo es un personaje bombón, un majete sin escrúpulos con el que te irías de copas.
Sí, César es un tipo con tanta soltura y con tanta labia, y que te lía tanto... Puede que sea el papel más difícil que he hecho. Por un lado, nunca había estado en una producción tan bestia, me parece una burrada. Después es un personaje que me ha demandado muchísimo trabajo, muchísimo. No solamente porque habla muchísimo, y pide muchos recursos, sino que además rompe la cuarta pared y se dirige directamente al espectador como si fuera un colega, mirando a cámara. Son cosas que técnicamente no había hecho en mi vida, por eso digo que demandaba muchísima concentración y mucho trabajo previo. Pero también es muy, muy, disfrutón.
Tengo la sensación de que 'Marbella' te llega en el mejor momento de tu carrera. ¿Lo compartes?
Seguramente sí, yo creo que cada año que pasa, como en cualquier otra profesión, vas ganando en recursos. Y sí, creo que me ha llegado en un buen momento. Te diría que, desde hace ya un par de años, los proyectos que me proponen son muy completos. Me refiero a que son personajes con profundidad y, sobre todo, con muchas contradicciones. Y eso, cuando sueles interpretar a galanes, no sucede tanto. De repente, poder dar vida a personajes que hacen cosas que a lo mejor ni yo mismo comprendo, y sacarlos adelante y que funcionen porque tienen una coherencia desde el guion, pues eso es un lujo. Estoy disfrutando muchísimo.
¿Serías capaz de reconocer ese salto, ese punto de inflexión?
No, porque creo que todo ha ido sucediendo poco a poco. Te diría que la mía es una carrera que ha sido ascendente, pero sin picos. Ahora mismo me siento muy afortunado. Es verdad que he interpretado a algunos personajes que han conectado mucho con la gente, como pasó con Pacino en 'El Ministerio del Tiempo', o con el Lucas de 'Los hombres de Paco', que hice hace un montón de años. Pero a nivel artístico todo ha ido sumando, he ido aprendiendo, disfrutando de lo que iba saliendo, y cada personaje que haces te ayuda para el siguiente. Me ha venido muy bien tener una carrera sin picos, porque de esa manera también me he podido dedicar a mí mismo, a mi vida, y eso enriquece mi trabajo.
Me da la sensación que eres un tipo de actor muy intuitivo. ¿Es así?
Sí, hace ya mucho tiempo que a lo que más caso le hago cuando trabajo es a mi intuición. Tengo técnica, la he desarrollado, llevo muchos años en esto y muchas veces tiro de ahí, pero si intuyo algo, eso es lo que manda.
Yo quiero personajes que tengan profundidad y contradicciones
Antes hablabas de los personajes de galán. ¿Te ha costado quitarte de encima alguna de esas etiquetas que os suelen colgar a los guapos?
Pues no sé qué decirte. Al final nosotros estamos aquí para cumplir con prototipos, con personajes, con historias que se cuentan. Y yo me lo he pasado muy bien haciendo de galán, y también de galán patoso, como en 'Que se mueran los feos'. Y también he tirado abajo ese estereotipo desde muy joven. Entonces... no sé, me he divertido, nunca me ha rayado demasiado el hecho de que la gente me encasillara en algún prototipo. Yo siempre he intentado jugar con matices para que un personaje no se pareciese a otro. Pero sin otra intención que la de disfrutar con la interpretación, transitar y probar cosas nuevas. Más para no aburrirme que otra cosa...
Una decisión inteligente, porque, al final, lo que te cuelguen los demás no está en tu mano.
Es que es eso, no está en tu mano, con lo cual imagínate además viviendo expuesto a todo. Llega un momento en el que desarrollas una especie de vaselina en tu piel, por donde todo resbala, y tú a lo que le haces caso es a tu intuición, a tus sensaciones. Pasa igual con el éxito: hay veces que la gente piensa que estás en un momento triunfal y tú te sientes un poco frustrado porque no has hecho lo que querías. Y al revés, hay veces que estás en la gloria y te dicen que qué pena, este chico con lo que salía antes en la tele y ahora... Entonces todo es tan relativo que lo importante es cómo tú te sientes.
¿Y hacia dónde sientes que querrías transitar a partir de ahora?
Pues no lo sé, a mí lo que más me divierte es hacer de malo, así diciéndolo a lo bruto, porque son personajes que no necesitas justificar tanto, que te dan mucha más libertad. Pero yo realmente lo que quiero, y esto es un poco frívolo, pero realmente lo que yo quiero son personajes que tengan profundidad y contradicciones, que no sean perfectos. Eso es lo que me gustaría, pero lo que luego pueda caer ya es muy aleatorio. En esta profesión hay un factor suerte y azar muy potente, y casi que es mejor abandonarse un poco a eso. Lo que venga, bueno será.
¿Pero podemos afirmar que estás contento con el camino que vienes haciendo?
Sí, sí, yo me siento un afortunado, yo soy muy consciente de la suerte que he tenido y estoy muy, muy agradecido a la industria y a esta profesión: la industria me ha dado muchas oportunidades, y esta profesión me ha moldeado, me ha dado cultura y sensibilidad, me ha dado empatía y un punto de vista, una perspectiva de la vida que probablemente no tendría de haberme dedicado a otra cosa. O puede que sí, pero es que este oficio te obliga a estar atento, a ver cine, a leer, a formarte en distintas cosas. Y, sobre todo, te obliga a intentar entender la esencia humana, la naturaleza, el porqué de cosas que a lo mejor en un momento dado, y con un juicio rápido, pues no comprenderías.