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Si hace poco hablábamos de la iniciativa de llenar los balcones y azoteas de Madrid de jardines para luchar contra el cambio climático, esta semana se ha confirmado lo que ya había adelantado el Ayuntamiento en anteriores ocasiones: el centro de la ciudad, incluidas calles como la Gran Vía o San Bernardo, quedará cerrado al tráfico en el primer semestre de 2018.
Esto quiere decir que sólo podrán circular por esa zona los vehículos de los residentes, las motos y coches eléctricos y el transporte público. Con esta medida, incluida en el Plan A de Calidad del Aire, Carmena pretende reducir las emisiones de óxido de nitrógeno. Concretamente, se ha comprometido a rebajarlas en un 23% hasta 2020.
Pero eso no es todo. En este ambicioso (y necesario) plan para mejorar la calidad del aire que respiramos los madrileños también se incluyen otras medidas que afectarán a nuestro día a día, como por ejemplo reducir la velocidad a 70 km/h en la M-30 -que se aplicará previsiblemente a partir de 2019- o la restricción de circular a vehículos antiguos que contaminan más (los anteriores al año 2000 en gasolina y previos a 2006 en diésel).