A la espalda del Museo del Prado, la calle Moreto corre en segunda línea paralela a la pinacoteca más famosa de España. Entre las sucesivas terrazas que se encuentran en una de sus aceras, quien las pasea reconocerá rápidamente la que pertenece a Touché Cocktail Club: con un toque afrancesado, se encuentra repartida en mesas de dos a cuatro plazas, con mobiliario en blanco y negro y plantas repartidas entre los árboles que la custodian (y que proporcionan buena sombra para los días de calor). A simple vista, el lugar ya resulta del todo apetecible.
La puerta de acceso a esta coqueta y pequeña coctelería de esencia parisina aguarda en el número quince de la calle. Al cruzar su umbral se revela un interior de diseño cuidado, nada recargado, en el que predominan tonos grises, elementos dorados y madera. El interiorismo es elegante y sencillo, lo que refuerza la sensación de sofisticación en el ambiente. Nada sobra, nada falta, la sensación es de acierto total. En este caso, además de poder tomar asiento en la barra, hay varias mesas altas de pequeño tamaño con banquetas y, en las paredes, una serie de fotografías en blanco y negro nos hacen viajar con los ojos.
La propuesta de Touché se despliega a la carta (cuyo diseño también está equilibrado con el del local, en líneas y colores bien elegidos, armoniosos y bellos) con una sección dedicada a los vinos y otras bebidas que recoge diferentes opciones, con referencias españolas y francesas disponibles por copa y una opción de champagne Pol Roger, en este caso por botella.
Aunque con estos acompañantes, los protagonistas son los cócteles, que ocupan la mayor parte del menú. Un total de dieciséis opciones de coctelería clásica y moderna elaboradas, algunas de ellas, con pequeñas variaciones, incorporaciones o cambios que, sin embargo, no empañan que cada cóctel y su estructura sean reconocibles. Ejemplo de ello es su "Amores perros", versión de la margarita, o las sangrías blanca o roja. Toda esta selección se sirve en vasos y copas de cristalería pulcra, sin artificios, con hielo en bloque, adecuado en tamaño al recipiente, de nuevo reforzando la sensación de elegancia que emana el establecimiento.
Además de tragos, ya sean cócteles, vinos u otras bebidas, Touché cuenta con un apartado dedicado al aperitivo en el que se reúnen bocados como la gilda (muy rica), el gazpacho o la ensaladilla, quesos o embutidos, entre otros. Esta categoría, corta y precisa, da la opción de encontrar el complemento perfecto si lo que quieres es combinar tu bebida con algo de comer, ya sea a la hora del aperitivo o en el turno de tarde, sin complicaciones, pero con calidad. El personal es atentísimo y amable, y la mezcla del trato, el trago y la calma que el espacio transmite invita a alargarse y pedir una más. Eso sí, importante: el establecimiento no admite reservas.