Abrió sus puertas en la calle Ballesta, a pocos pasos de la Gran Vía madrileña, hace ya catorce años. En este tiempo se ha consolidado como una de las apuestas seguras en lo que a disfrutar de una coctelería clásica con pequeños “retoques” se refiere. Si buscas salir de lo conocido, pero solo un poquito, y eres de tragos canónicos, pero estás dispuesto a transitar sus posibilidades, este es tu bar. En Santamaría reconocerás los tragos y sus perfiles, pero también encontrarás siempre un punto de sorpresa que marca la diferencia. Que su minimalismo y transparencia (aquí prima el clarificado) no confundan, aquí no hay ninguna opción que no esté cargada de sabor y bien balanceada.
Para acceder a Santamaría bajarás una escalera que conecta el bar con la calle y desde la que se accede tanto a la barra como al resto de la sala. Puedes optar por hacerte con un taburete y apoyar los brazos sobre su recubrimiento de piel que rodea toda la barra, mullido y estiloso a partes iguales, o disfrutar en mesas más bajas, repartidas a lo largo del establecimiento. Música acertada, acorde con los distintos ambientes que se van generando de apertura a cierre.
En su carta, a la que se incorporan cada cierto tiempo nuevas recetas, resultantes de la indagación continua, también permanecen algunos de los que ya son clásicos de la casa y que el cliente puede volver a disfrutar una y otra vez, sin miedo a que desaparezcan. ¿Sus nombres? Tropical Citrus, Smoky Punch, Ginger Santamaría, Caipirinha, Media Combinación y Bloody Mary. Este último, considerado el mejor de Madrid por la Asociación Madrileña de Hostelería en su versión llamada 'Bloody Madrid' poco o nada se parece en aspecto a la bebida de color rojo amarronado que nos viene a la cabeza: en Santamaría es casi transparente y a la base de tomate ecológico con vodka se suma limón ecológico, salsa inglesa, tamarindo, sal de apio y mostaza.
El equilibrio en boca y la potencia en nariz son dos máximas en esta barra, en la que la apuesta por la calidad del producto con el que se elabora cada cóctel prima sobre todo lo demás. Los limones, ecológicos y recogidos aún en verde, provienen de la finca de un productor murciano que los selecciona uno a uno para que cumplan con esta premisa, que asegura una potencia olfativa por encima de lo normal. Detalles como este, delatan la búsqueda de la excelencia, también en el servicio.
El equipo, amable y atento a partes iguales, tiene buen criterio a la hora de encontrar el trago adecuado para cada paladar. Por eso, si no tenemos claro qué beber y nos asalta la duda a la hora de tomar una decisión: con toda confianza, puedes ponerte en sus manos. Además, ¡estás de suerte! No importa si es lunes o domingo cuando leas esto. Si te dan ganas de acudir a probar su propuesta, puedes hacerlo ahora mismo, pues abren todos los días de la semana (y no admiten reservas).