Puedes venir a echarte unas cervezas (tienen más de treintena etiquetas distintas tanto nacionales como internacionales y 14 de ellas son de grifo) o una partida al pin ball. Pero seguramente hagas ambas cosas y en compañía (incluso de tus hijos). El proyecto, un bar atestado de espirítu ochentero en cada uno de sus rincones, nació en Bilbao, donde fue un éxito desde su apertura, para terminar creándose una sucursal madrileña en una de las calles más agradables (por menos concurrida) de La Latina. La culpa es de Juan Marchante, decorador profesional y con varias décadas en el mundo de la restauración.
Música de la época (tiende a volar de los setenta a los noventa) para los más nostálgicos y una vibrante y acogedora mezcla en el interiorismo: alfombras marroquíes, lámparas chinas, mesas indias... Y, por supuesto, la joya de la casa: una buena selección de máquinas de arcade para que el viaje temporal sea total (Space Invaders, Street Fighter, Come-Cocos y hasta dos sillones para hacer carreras de coches).
Esta certera inmersión en la cultura pop (con paredes empapeladas de pósters de conocidas películas, memorabilia de Star Wars y cuadros de discos míticos), que incluye una carta callejera, asequible (guacamole, perritos calientes, hummus, hamburguesas o tacos) y acorde al ambiente del local, se reparte a lo largo de sus dos plantas.