Propaganda: ‘acción y efecto de dar a conocer algo con el fin de atraer adeptos o compradores’. Y si lo dice la RAE, el nombre de este local no podía estar más acertado, pues eso es precisamente de lo que se trata: Mattia Pierantoni, su dueño, es propietario de una distribuidora de vinos internacionales, y qué mejor manera para darlos a conocer a pie de calle que montar una bodega bonita, con una estética de derribo chic (muy de tendencia) y una carta con cositas para picar y tapear que acompañen cada sorbo de vino. Pues dicho y hecho. Bienvenidos a Propaganda 12, en Chueca.
Si nos lo permitís, no vamos a llamarlo restaurante (porque no lo es) ni bodega (porque no lo parece). Aunque como sí es una combinación de ambos, vamos a decir que es una vinoteca, entendiéndola como un sitio donde se guardan, se toman y se venden -incluso para llevar a casa- buenísimos vinos. Eso sí, que nadie pregunte por Riberas del Duero ni Riojas, porque la cosa aquí no va de eso. La carta, con más de 250 referencias entre vinos y champanes, tiene acento italiano -como el romano del propio Mattia-, alemán y francés, sobre todo durante los fines de semana, momento en el que se organizan los ‘champagne brunch’: eso sí que es una buena acción de publicidad y no el buzoneo de folletos por los portales del barrio.
Esta propaganda es mucho menos invasiva y más sabrosa, como también lo es su menú del día (con vino) o las catas para grupos que tiene previsto organizar en cuanto estén más asentados. Y todo con la misma intención: que conozcamos las joyitas que tiene en su bodega. ¿Cuáles son? Sin ir más lejos, (redoble de tambores) los vinos de Sassicaia, conocidos mundialmente como los ‘supertoscanos’, por ser los pioneros en la creación de una nueva familia de vinos italianos que ha devuelto la fama vinícola a la Toscana, convirtiendo esta región en la cuna del cabernet italiano; sobra decir que Propaganda 12 es el único distribuidor en España de estos vinos. Los precios de algunas de esas botellas pueden rondar incluso los 600€. Aunque los hay mucho más asequibles tanto por botella (desde 14€) para tomar en el local o para llevara a casa, como por copas, con unas 15 o 20 referencias de vinos que van variando semanalmente.
Como los tragos abren el apetito, tienen una carta con alguna que otra propuesta para picar, elaborada con mucha conciencia: solo trabajan con productos seleccionados, como el pan, que es artesano, la lubina o la corvina de su ceviche, siempre salvaje, o el atún de su tarta, procedente de pesca sostenible. Y como ocurre con sus vinos, la carta es como un viaje a otras latitudes, desde México a Perú, pasando por Tailandia, hasta donde nos vamos con el curry con carrillera de ternera, una delicia aromática y ligeramente picante que va de maravilla con un riesling alemán. No faltan las propuestas italianas, claro está, como las pastas frescas del día o la burrata, para tomar con un sauvignon. Y aunque los platillos no son el principal reclamo, no hay que obviar que detrás de los fogones está una cocinera con años de experiencia en las mejores cocinas de Madrid (como Punto MX). Porque la idea es que todo sea redondo, como los tragos en boca de los buenos vinos.