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Reseña

Pensión Mimosas

4 de 5 estrellas
  • Bares y pubs | Coctelerías
  • precio 2 de 4
  • Centro
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

Bajo el cartel de un lugar con ínfulas que no pasó de ser restaurante typical, nos recibe la patrona. Ella es quien da inicio al nuevo show en este rincón insospechado a espaldas de la marabunta de la puerta de Sol. Es este personaje almodovariano el que franquea el paso desde una recepción propia de un Madrid setentero de boina y maleta vieja a un espacio eléctrico y casi futurista. Bien podría dicho portal haber sido escenario de 'El día de la bestia' (el nombre de Pensión Mimosas pone sobre otra pista cinéfila: un drama francés ambientado en la Costa Azul) si no fuera por ser parte del efecto wow de una coctelería festiva que plantea llevar a otro nivel el manido concepto de speakeasy.   

Tras el arriesgado proyecto está un grupo de colegas del sector bar llegados desde Barcelona. Ellos son Marc Àlvarez (Sips), Juanillo Falcón (Creps al Born, Sauvage), Pau Ritter (Familia Brown) y Enric Rebordosa (Confitería). Más la ínclita figura de Edgar Kerri (ChaCha The Club, Club Malasaña, ChinChin…), su cicerone noctámbulo (Zombie) en la capital. Al pie del cañón como director y amo de llaves, alguien tan fiable como el italiano Beltrami Alessio (ex Paradiso).

Desprecintado el local, la intención es mimetizarse en el barrio de las pensiones para dejar oculta una idea más original que cualquier clonación vista a partir de la fórmula de lo clandestino importada de Estados Unidos. Ofreciendo una expectativa extra de conexión multidisciplinar que atraiga a un pelaje variopinto y no solo al que acude por el cóctel. De eso sabe mucho Marc desde que trabajó con los Adrià.

El concepto se declina en tres secuencias. Un ascensor que no se mueve deja en la planta cero donde se abre el lounge. Ni club de jazz ni Ley Seca ni otros códigos de los años veinte, el diseño de Pilar Zeta conduce a la modernidad y a una new wave urbana alejada de las claves de Tom Dixon. Formas sinuosas, juego de telones, colores flúor y mucha penumbra para disfrutar de una carta de cócteles fácil de entender pero no por ello exenta de técnica (decantaciones, clarificaciones y, más adelante, destilaciones). Suena Donna Summer y Purple Disco Machine. Se beben cócteles frescos y de sabores nítidos, sin extravagancias (11-14 euros).

Escaleras abajo, forradas de tela con escenas pastoriles, el spa, recreación de una sauna hecha bar más 'de perreo', Marc dixit. Azulejos, bancos de vestuario, neones (un guiño en el baño al cartel de Schweppes) y una concha renacentista para hacer instagrameable el nacimiento de Venus más bizarro. Se beben cubatas, gintónics y cócteles de grifo como una especie de Mint Julep con whisky Toki. En el piso de arriba verá la luz en 2025 la tercera fase, un proyecto en alianza con Late Checkout (la marca de ropa de C. Tangana) para recrear la suite de un hotel. Tendrá sofá, cama, piano y, en lugar de barra, servicio en mesa con carritos. Algo más classy y experiencial, reflexivo y con más evolución en el que igual participa Lov Ferments.

Mientras tanto, alargamos la visita en la barra del lounge. Puede que cambien las mesitas y los sofás para ganar altura. Probamos el dúo mexicano de Palomatrix, una paloma con tequila, sirope de chamoy y soda de pomelo, que a modo de garnish ofrece un delicioso polo de mango maduro con polvo de tajín al estilo de Playa del Carmen, y Neo-Tulum, un margarita tropical y refrescante con tequila, maíz tostado, piña ahumada y sal de kikos. Largos, frescos y minimalistas son los cócteles Croccus, con vodka, sirope de azafrán y ginger beer, y Jerezana, con Saint Germain, fino, soda de pera con menta e hinojo, que sin ser un rebujito resulta un trago elegante.

Caben lingotazos más duros prescritos para iniciados como Ultra Martini: gin de 47%, mix de vermut seco y “magia”. El Negroni Z contiene vermut infusionado con macis y un cava de fruta de la pasión que hacen en Tenerife. Su Espresso Martini, con una espuma de sésamo por encima en lugar de la crema habitual, desprende aromas tostados y es un cóctel profundo e intenso. Uno que se acopla a la estética del lugar es Blue Milk, con su presentación luminosa y azulada en espiral. Esta pseudo piña colada con notas cítricas y lácteas, que tiene ron blanco, lima kéfir, galanga, coco y lemongrass, podría servirse en la cantina galáctica de Mos Eisley. Pero se bebe en este garito que ambiciona ser hotspot de la noche en pleno centro del Madrid terrícola. 

Detalles

Dirección
Marqués Viudo de Pontejos, 9
Madrid
28012
Transporte
Sol (M: L1, L2 y L3)
Horas de apertura
Do, ma, mi y ju. 19:00-02:00 Vi y sa. 19:00-02:30
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