Hablar de Matritum es memorar uno de esos descubrimientos que no suceden tantas veces como nos gustaría. Nunca es tarde para conocer este santuario del vino y el buen comer con más de 20 años en la Cava Baja, una de las calles más castizas y paseadas del barrio de La Latina. Una pequeña taberna con apenas ocho mesas, barra y una decoración que confirma el gusto por el buen vino, uno de los pilares de la casa.
A Matritum se va a disfrutar y a dejarse llevar, a descubrir sabores, aromas, armonías diferentes entre platos y vinos. Esta es la pasión del alma máter, Xabier Saludes, en búsqueda permanente de la excelencia del producto y los buenos precios. Su bodega es una particular colección de más de 400 referencias, entre ellos, franceses, algunos de producción nacional muy limitada y una sección especial de jereces de pequeños viticultores. Auténticas joyas.
La carta se basa en una cocina de mercado, con raíces catalanas e influencias de diferentes rincones del mundo. Delicias como las croquetas líquidas de suquet de carabinero, salpicón con bogavante, estofado de costilla de vaca al vino deshuesada sobre parmentier de patata. Una experiencia redonda por menos de 40 euros. De Matritum al cielo.