Cumple dos años y celebran la supervivencia con su línea creativa más interesante y la carta más extensa hasta la fecha. Lo fían todo a las hojas. Nada de fruta. Cordiales de hojas (mandarina, pandán, higo, lavanda, eneldo... hasta alcanzar 21 creaciones) a partir de huertos amigos, cocina a baja temperatura y máquina de ultrasonidos. Su filosofía minimalista se radicaliza en fondo y forma. Manda lo incoloro, lo desnudo, lo limpio. Y consiguen virar el desconcierto inicial en elogio al primer trago y aplauso al segundo cóctel. Se trata de un proyecto a largo plazo porque luego vendrán algas, semillas y raíces. “La premisa fue plantearnos cómo acercarnos a un recurso natural pero que no fuera el obvio. Y ahora tengo más espacio para hojas que para hielo en los congeladores”, apunta Eme, quien, junto a Víctor en cocina, pilota este “sitio donde se come y se bebe”. Y muy bien. En lo culinario mantienen la tradición revisitada, el bocado reconocible, pero elevan su perfil (tratando cada vez más con pequeños productores; su burrata es de Biribil Brothers y la saben acompañar) ya sea en formato picoteo, platos de mayor recorrido o algún fuera de carta.
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