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Reseña

Holy Drop

3 de 5 estrellas
  • Bares y pubs
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

La primera gota que cae en el alambique es la más simbólica de toda la destilación del whisky. A esa gota sagrada es a la que Ezequiel Riesgo propone venerar en su bar de la calle Sandoval. Un local de 300 metros cuadrados entregados al destilado más bebido donde conocedores e iniciados encuentran su lugar. Una coctelería informal especializada en whisky y ese lugar de encuentro para acercarse sin complejos a una cata o a un trozo de carne acompañado de una copita de escocés.

Ezequiel es un argentino tan gigante como el bar que tanto le ha costado dar forma junto a su socio del Whisky Club Madrid, que ahora también tiene aquí su sede. Llega procedente de Barcelona, donde durante años fue parte de La Whiskería. Redobla en este caso la apuesta, con rones, tequilas y ginebras fuera de lo común para que a ningún cliente le falte su bebida especial. Y por mucho que sea de whisky, Riesgo no deja de ser un bartender de Buenos Aires, con lo que el licor Fernet Branca lo lleva en las venas y tatuado en la piel. No es fundamentalista, su Holy Drop ofrece whisky para todos, amén de todos los whiskys que poco a poco irá incorporando para atraer a nuevos aficionados mientras para los entendidos va escondiendo joyas (una botella de Springbank 23, por ejemplo) en la profundidad del bar. 

El mundo del whisky emparenta con el look industrial y Holy Drop lo secunda: vigas de hierro y tuberías destripadas; el ladrillo y los imponentes pilares de piedra originales del edificio esquinado de Chamberí. El verde predomina, color tan propio. La barra es nueva mientras las neveras empotradas son las del antiguo comercio de pescado, antes de que esto fuera un restaurante. Ahora Ezequiel las utiliza para conservar los licores, los vinos fortificados, el champán y las distintas preparaciones para cócteles. A un costado, un espacio aislado para ver deportes; al fondo, zona de sofás y, tras un telón, otra sala más íntima resguardada por el botellero de cristal. Abajo, pendiente de activarse a finales de año, la zona de membresía, con su barra para catas semanales. El producto español, desde DYC a Sackman, será protagonista.

En Holy Drop hay tres cartas: comida, cócteles y whiskys. La mayoría de entrantes y principales pasan por el josper. La mantequilla para el pan de masa madre es casera, no así las patatas de triple cocción y tres salsas. Otra opción son las celery bravas. El whisky aparece sutilmente en la salsa de las zamburiñas gratinadas, en la de los espárragos verdes fritos o en la del lomo vacuno. Brisket ahumado, chuletas de cordero villaroy y tartar de ternera con tuétano completan el combo carnívoro. Como coctelería a Holy Drop se la juzga por tres clásicos del whisky: penicillin, whisky sour y old fashioned. El primero, ¿Cómo no te voy a querer? (no busquéis referencias futboleras), combina cold press de jengibre, miel y el toque diferencial: Port Charlotte, Bruichladdich y un poco de Octomore. Salino, dulce y picante gracias a la bomba de perfume ahumado con la que se acaba en mesa. Un cóctel aromático y profundo hasta la última gota. Más sencillo es el whisky sour, con una parte de bourbon y otra de whisky rye, más sirope de vainilla. El old fashioned lleva el mismo sirope, un coupage de bitters y tres partes de rye, una de bourbon y media de un scotch que realza el caramelo.

Hay cócteles de whisky para los menos whiskeros. Peating La Vida Loca es una piña colada con Ardbeg clarificado en leche de coco. Está el humo pero no es barrera para quien no se ha enfrentado nunca al poder de la turba. All You Need Is Porn?, el cóctel más vendido, es una versión del Pornstar Martini con Glenmorangie X, coñac Hennessy VS, parmesano por encima y chupito de Moët. El Frank Stop Yelling es un New York Sour clarificado con banana y espuma de vino tinto. I Lovo U, homenaje al bar Lovo en donde Ezequiel ha terminado tantas jornadas, es un trago largo con Dewar’s 12 y 15, mantequilla de cacahuete y soda de manzana. Los cócteles no pasan de los 14 euros salvo Rich Girl que se va a los 28. Curiosamente es una especie de caipiriña con Hibiki, ginebra, piña, amaretto y Angostura 200 aniversario. 

Queda enfrentarse a la carta de whiskys, con su declaración de intenciones: "no hay whisky malo, sólo algunos que no son tan buenos como otros". Los precios siguen asequibles, muchas copas a 4,5 euros, con excepciones como la de Port Charlotte 18 años. Además de las 350 referencias, que en realidad son muchas más, lo divertido son los holy flights de 15ml por whisky para diferenciar los humos de Islay y Highlands, o entender la triple destilación. El último vuelo es una cata ciega, perfecta para terminar de romper prejuicios. "¡En la cata a ciegas morimos todos!", exclama Ezequiel antes de ponernos en sus manos.

Detalles

Dirección
Sandoval, 15
Madrid
28010
Transporte
San Bernardo (M: L2 y L4)
Horas de apertura
Lu a ju. de 18:00 a 01:00. Vi. 17:00 a 02:00 Sa. 18:30 a 02:00 Do. 18:00 a 00:30
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