El concierto de Canito fue la presentación y antesala de la movida madrileña. Casa Canito es el bar para picar rico de la calle Recoletos mientras La Movida Madrileña es el local contiguo para beber cócteles y bailar música de los ochenta.
La idea, amparada en la rentabilidad del hecho nostálgico, rebosa más frescura de lo esperado. Es cosa de Hussi Istambuli, empresario de origen damasquino que en su momento montara La Gabinoteca con Nino Redruello y Patxi Zumárraga. Asesoró a distintos grupos, ayudó con la apertura de Habanera, abrió un par de restaurantes italianos en Valdebebas y Montecarmelo, y nunca ha dejado de estar vinculado a la hostelería y el ocio nocturno.
Ahora se ha metido en esta "movida" con cierta discreción: Casa Canito no admite reservas ni dispone de teléfono. Los primeros meses de verano, rodaje de apertura, ni siquiera tuvo letrero. Aun así, la gente entraba ya con relativa soltura ante la llamada de atención de su expositor de conservas o de las bonitas hechuras de taberna reconocible: todos son taburetes que giran en torno a su lucida barra de mármol más una mesa central a juego. Dentro impresiona el grosor de los muros de piedra a la vista. Esta aparente sencillez, clave en la propuesta integral, lleva la firma de Villalón Studio y la ejecución de Taztu. "Lo que me ha funcionado es juntar a la gente más afín a la hora de entender el concepto y que hayan estado conectados entre ellos", explica Hussi. Su cartera de amigos y contactos es así: María Villalón en el diseño, Víctor Taztu en la iluminación, Ray Díaz en el logo, Carlos Vera en el sonido de La Movida (también se pincha en vinilo) y el propio Patxi Zumárraga (Haramboure) en la carta de Casa Canito. "Todo está hecho con mucho cariño".
Cocina, entonces, sencilla y clásica en su tapeo castizo. Buñuelos de buen rebozado, pinchos de vinagre, ensaladilla de huevos de codorniz, un conseguido y valiente platillo de coliflor, tortilla líquida, atún crudo con yema curada en miso, algún guiño oriental más, y entrepanes apetecibles como el bikini de lomo ibérico o el suculento tonkatsu con pan de brioche… Un único postre y fuera, para qué pensar: el bizcocho de cacao. No son muchas cosas pero convencen. Con sus cañas tiradas fetén, su vermut rojo y blanco (algo podrían pensar para llevarlo a cóctel de aperitivo) y su selección de vinos de barra para copear que tendrá que ir a más.
Bar operativo 12 horas que no va de pretencioso ni de hipotecar el mes (23-35€ de ticket medio). "Estábamos saturados de los formalismos, de estar muchos sentados a una mesa durante cuatro horas. Queremos picar algo, estar de pie. Las tendencias vuelven. Esto es regreso al futuro". Y del pasado Hussi tomó la fiebre ochentera para juntar a la vez dos locales independientes pero conectados por… sorpresa. El desaparecido baterista del grupo Tos da nombre al lugar, con su concierto homenaje en Caminos como detonante. "Se considera que es el primer movimiento cultural donde nace la movida madrileña", recuerda. A partir de ahí, el empresario sirio-madrileño dejó claro que no quería "el típico sitio que fuera fake". Pillar muebles vintage o de coleccionista, simular algo que no era sino, sobre todo en La Movida, sino "visualizar lo que fue esa época para asociarla con lo moderno y el cambio que venía de Londres y Nueva York, esas tendencias extranjeras de apertura a nuevos conceptos en el cine, la moda y la música". Por eso, Casa Canito son "tapas retro modernas, producto y buenos proveedores". Un bar cuyo formato no existe en esta calle ni por este barrio.