En lo alto de la calle Valverde, en el barrio de Malasaña, se encuentra la filial madrileña de Casa Brava, en una versión de local hermano del concepto Casa Brava en Rosario (Argentina). La versión capitalina ocupa un espacio restaurado y tras una doble puerta de entrada mantiene la imponente barra de madera y el mueble bar (de película, con reloj incluido) que ya formaban parte del negocio anterior. Pero Casa Brava es más que su barra, y cuenta con mesas bajas y sofás, y más mesas altas distribuidas por todo el espacio, generando distintos ambientes. No faltan las velas ni las flores, y sobre la chimenea, el cuadro más fotografiado: "Algo maravilloso está ocurriendo".
Todo el interiorismo, sencillo, pero bien diseñado, está alineado para generar un ambiente que retiene, hace sentir a gusto y contiene una propuesta en la que cabe (casi) de todo desde que arranca el tardeo y hasta el cierre. Puedes pedir una caña y picar algo, tomar cócteles, sentarte a cenar o quedarte hasta las copas y disfrutar de su cara más nocturna, que tiene un protagonismo especial con música en directo que varía en formato y estilo en función del día. Desde luego, el espacio invita a quedarse y descubrir "que viene después".
En el contexto del servicio propio de un bar, con mesas sin mantel y servicio informal, su carta de comida es corta y precisa, lo que no impide que su contenido sea acertado. Bocados sencillos de buen producto elaborado, como los boquerones en vinagre o las anchoas, e incluso otros aún más informales, del tipo aceitunas y frutos secos se combinan con una selección de platillos que abarca opciones vegetales sabrosas y bien combinadas, como la coliflor especiada o los boniatos con yogur, miel y salsa sriracha.
Entre los que serían platos principales, más contundentes, se cuelan elaboraciones que mezclan referencias de distintas culinarias internacionales, como la polenta con mozzarella y tomates confitados, la milanesa de entrecot, de perfecta textura y fritura, muy recomendable, o el Kfc (korean fried chicken) sándwich, servido con un pan de patata que abraza una pechuga de pollo rebozada que resulta tierna y crujiente a la par, acompañada de coleslaw y kimchi. Si quieres añadir postre, dos opciones: membrillo, mascarpone y pistachos o "chocomisú", una versión de tarta de bizcocho que lleva también dulce de leche, queso crema y café.
En la cara más "de bar" de Casa Brava, el apartado de bebidas incluye variedad de cervezas, una sección corta de alternativas para pedir vino tanto por copas como por botellas y un apartado de coctelería que se compone de un elenco tragos de autor, que versionan recetas de los clásicos con un toque distinto o una pequeña variación, y también de cócteles clásicos. Dentro de la carta de bebidas, una peculiar característica: tanto el apartado de cervezas como el de coctelería cambian de precio en función de la hora. Durante el tardeo (que, se considera, termina a las nueve de la noche) su precio es uno y en la sesión nocturna (a partir de las nueve de la noche) incrementan su precio.
Importante reservar si quieres asegurar mesa el fin de semana (a través de su Instagram) y muy recomendable consultar su agenda de planes y música.