Carnicería entre 1912 y 2014, unos años de tienda de ropa y vuelta a los orígenes, actualizados claro, de la mano de Roberto Quirant y Adrián Rojas, que han sacado brillo al espacio, al mármol de sus paredes y al dorado de dos estratégicas sílabas de su vetusto rótulo. No así a los cuchillos centenarios que han enmarcado en el comedor interior y que encontraron en la fascinante cueva que esconde el local, antes secadero, ahora almacén y próximamente sala para degustaciones y catas. “Después de muchos años trabajando en Punto MX y otros proyectos de Roberto Ruiz, quería tirar por mi camino. Como buen argentino, me encanta la carne, y cuando se presentó esto, no lo dudé. Llevamos tres meses. Estamos contentos a la par que endeudados. Acá todo fue a remo y pulmón”. La cecina del maestro José Gordón (El Capricho) es la joya de la corona. Resulta un lujo duplicado probar una ración de la de buey en Madrid y más aún en un lugar tan asequible y doméstico. Os sobrarán hasta los picos. Junto a otros embutidos irresistibles, vengan de León o de Guijuelo, platos carnívoros salidos de un experimentado juego de roner, salamandra y cocción a baja temperatura. Se deshacen en boca la entraña y el osobuco mientras suena Manu Chao: “Me gusta Malasaña, me gustas tú”.
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