Joven bailando
Ayuntamiento de Madrid
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Los secretos de las esculturas de Madrid

Algunas de las principales esculturas de la ciudad esconden secretos que muchos madrileños desconocen. Te los contamos

Dani Cabezas
Colaborador: Isabel Gil
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Llevas toda la vida viéndolas. Y, sin embargo, es más que probable que desconozcas la historia que encierran. Madrid está llena de esculturas de la naturaleza más variopinta: muchas recuerdan a personajes clave de la ciudad o el país. Otras representan motivos artísticos de lo más variado. Pero todas ellas guardan secretos que merecen ser contados. Aquí va una pequeña selección con algunos de los datos más curiosos que hemos encontrado. 

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El Beso

El Beso es una escultura del Maestro Xu Hongfei, conocido como el 'Botero chino' por su representación de la figura femenina. Considerada la obra más representativa del escultor, es el primer trabajo de un artista chino que se instala en Madrid. Está protagonizada por un hombre que eleva a una mujer en alto, en una representación de amor mutuo y felicidad. La escultura ha sido expuesta en lugares públicos de 20 países, convirtiéndose también un fenómeno viral, que ha llevado a parejas de todo el mundo a fotografiarse con la misma pose. Ahora se queda de forma permanente en Madrid y está situada en el parque Norte Carmen Tagle, situado en la Avenida Monforte de Lemos, en el distrito de Fuencarral-El Pardo.

Joven caminando

Cualquiera que pase por Malasaña se ha encontrado alguna vez con esta particular escultura. Se trata de una joven estudiante que camina hacia la plaza de San Ildefonso con su mochila a la espalda y una carpeta bajo el brazo. ¿Rinde homenaje a algún personaje de la zona? Pues sí y no. Esta fue una de las obras elegidas en un concurso organizado por el Ayuntamiento de Madrid con la Facultad de Bellas Artes y la Escuela de Arte La Palma para dotar a la ciudad de elementos artísticos. Alumnos, ex alumnos y profesores participaron aportando sus ideas, y esta obra de Rafael González García fue una de las elegidas para llevarse a cabo. Y sí, parece una estudiante de arte de camino a clase. 

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El Oso y el madroño

Es el símbolo por excelencia de la ciudad, y también el punto de encuentro de miles de personas cada día. La escultura dedicada al Oso y el madroño es obra de Antonio Navarro Santafé, pesa la friolera de 20 toneladas y fue colocada en enero de 1967 en la cara oriental de la Puerta del Sol, entre las calles de Alcalá y Carrera de San Jerónimo. Eso sí: de 1986 a 2009 se trasladó al inicio de la calle del Carmen. Como curiosidad, cabe destacar que en realidad no se trata de un oso, sino de una osa (al menos, si atendemos a lo que no vemos entre sus patas). Y no es la única estatua dedicada al Oso y el Madroño de la ciudad: hay otra en la plaza de Prosperidad. 

El barrendero

Un clásico en la foto de todo turista que pase por la céntrica plaza de Jacinto Benavente. Hay quien, incluso, duda durante unos instantes de si se trata de un mimo. Pero no lo es. La estatua del barrendero fue inaugurada en julio de 2001 por el entonces alcalde de la capital, José María Álvarez del Manzano. Su propósito era agradecer a este gremio su encomiable labor a la hora de mantener limpia la ciudad. Desde entonces se ha convertido en un clásico de Madrid. 

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Joven bailando

Otra de las obras que salieron del concurso organizado por el Ayuntamiento de Madrid, la Facultad de Bellas Artes y la Escuela de Artes La Palma es la se encuentra precisamente frente es esta escuela, en la calle de la Palma. Aunque su nombre original es 'Paseante', todo el mundo se refiere a ella como Joven bailando. Es una obra del artista Roberto Manzano Hernández y se llevó el primer premio en el concurso. 

El Ángel Caído

Se dice de ella que es una de las pocas esculturas del mundo dedicadas a Satanás. Lo cierto es que no está claro si esa fue la inspiración de su autor, Ricardo Bellver (1845-1924), de quien se sabe que se inspiró en unos versos de 'El paraíso perdido', de John Milton, en los que se hablaba de ángeles caídos del cielo. A la leyenda contribuye el hecho de que esté situada exactamente a 666 metros sobre el nivel del mar. Aunque bien pensado, esa es la altura media de toda la capital. Con todo, un encantador rincón del siempre recomendable Parque del Retiro. 

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Julia

En el número 42 de la calle Pez, en pleno corazón de Malasaña, se encuentra una de las estatuas más queridas por los vecinos del barrio. No se sabe a ciencia cierta quién es Julia, la joven de la escultura, pero se cree que es una representación de Concepción Arenal, jurista, escritora y activista por los derechos humanos que en 1840 se disfrazó de hombre para poder estudiar Derecho. Otros dicen que es un homenaje a las jóvenes que quisieron estudiar en aquel tiempo y no pudieron. Su autor es Antonio Santín y fue colocada allí en 2003. 

La otra Julia

Esta escultura de 12 metros de altura que se encuentra en el entorno de la plaza de Colón llegó a Madrid en 2018 tan sólo por un año y parece que le ha encontrado el gusto a la ciudad. De momento parece que sigue renovando su estancia y podremos seguir viendola, al menos hasta diciembre de 2022, gracias al acuerdo entre Ayuntamiento y la Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Es una obra de Jaume Plensa y con ella busca provocar "un instante de reflexión personal e íntimo dentro del agitado dinamismo que genera el espacio público".

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La fuente de los patos

En la Plaza de Mariano de Cavia se ubica una de las esculturas más curiosas de la capital. Y aunque ahora pueda parecer un poco naif, en su momento fue todo un ejemplo de cómo combinar la tecnología y el arte. La fuente de los patos –conocida así por los madrileños aunque en realidad se trate de gaviotas– fue ideada en 1962 por el arquitecto municipal Manuel Herrero Palacios, mientras que las esculturas son obra de Gerardo Martín Gallego. ¿Su particularidad? Las alas de los animales se mueven cuando el agua fluye.

La abuela más heavy

No todas las esculturas emblemáticas de Madrid están en el centro. De hecho, el barrio de Vallecas puede presumir de contar con una de las más singulares y castizas: la que representa a la abuela rockera por excelencia. Se trata de Ángeles Rodríguez, que desde 1994, un año después de fallecer, cuenta con su propia estatua en la calle Peña Gorbea. A los 70 años, Ángeles se hizo famosa cuando acompañó a su nieto a un concierto de heavy metal. Quedó tan fascinada con la experiencia que ya no faltó a ninguno, lo que le llevó a ser venerada por todos los amantes del género. Todo un símbolo del barrio y del rock en general. 

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El lector

En plena Plaza de la Paja, en el barrio de la Latina, una estatua rinde tributo al sencillo y enriquecedor placer de la lectura. Se trata de una obra de Félix Hernando inaugurada en 1997, tras la reforma de la palza. El hombre, que supura una calma y una naturalidad envidiable, mantiene la mirada fija en un periódico cuyo titular reza: "Entre todos rehabilitamos Madrid". La escultura se encuentra al pie del antiguo palacio de los Vargas. 

El vecino curioso

Es un clásico español: el jubilado mirando cómo se desarrollan las obras. Por ello, el escultor Salvador Fernández Oliva le dedicó un homenaje a esa figura anónima en la calle de la Almudena, tras las obras de restauración de la iglesia del mismo nombre. Una de las esculturas populares más pintorescas de Madrid. 

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