1. Un país pop
En los años sesenta, Friedlander llegó a Nueva York y, desde entonces, no ha parado quieto ni un momento, siempre con la cámara en mano y viajando por todo el país retratando la inmensidad y el caos de la sociedad americana.
De esta época destacan especialmente los retratos de músicos de jazz, de la vida y la cultura, de la música y de lugares tan vibrantes como Nueva Orleans; únicas fotografías de color en su carrera por tratarse de encargos comerciales.
Aunque, sin duda, sus trabajos más conocidos de los años sesenta fueron aquellos que retrataban objetos, que unían elementos del día a día como un televisor y una camisa y de los que, con su aparentemente insignificante relación, surgían obras irónicas y llenas de humor.
Es el retrato de una sociedad costumbrista y protagonista de una revolución pop, con elementos como los televisores, presentes en todas las casas norteamericanas de aquella época.