En un momento en el que nos habíamos acostumbrado a las imágenes digitales, y a usar nuestros dedos para verlas con detalle, Miguel Ángel Tornero apuesta por ofrecer una ‘corporalidad’ a la fotografía y nos invita a acercarnos de una manera física para conseguir ese efecto zoom. En ‘Las cosas (bodegón falaz)’ Tornero muestra el nuevo paso que ha dado en la investigación fotográfica que lleva a cabo desde hace años.
En este proyecto, Tornero parte de algunas prácticas en torno a la imagen, como la fotogrametría o el escaneado 3D para llevar las fotografías digitales a un paradójico plano físico. La contradicción es uno de los puntos clave de la muestra: desde el collage como reivindicación de un hacer manual, pero amplificado gracias a máquinas industriales, hasta la búsqueda de una verdad a partir de imágenes manipuladas que evidencian su artificialidad; de ahí el apunte del título, ‘bodegón falaz’.
En esta ocasión, las imágenes adquieren una nueva dimensión y pasan a convertirse en dioramas o instalaciones -casi pequeñas esculturas fotográficas- de mediano y gran formato, como la llamativa ‘Manojo’, que nos recibe al acceder a la sala, de cuatro metros de ancho, junto a algunos pequeños collages que juegan con la superposición, el relieve y el vacío. Para generar las imágenes con las que ha realizado los collages-bodegones, el artista ha recorrido y fotografiado Madrid. Tornero ha querido así reencontrarse con la capital y redescubrirla en lugares cotidianos, conocidos y habituales. Como resultado, encontramos estudiadas composiciones a base de retazos de una ciudad atrapada entre lo que fue y lo que está siendo: un paisaje tan familiar como brutalmente honesto.
Piezas como ‘Antes molaba’ o ‘Ancha es Castilla’ hablan de la modernidad de Madrid o lo castizo, a la vez que evidencian la precariedad o la decadencia. De esta manera, el artista vuelve a incidir en la idea de la necesaria contradicción entre conceptos o ideas que, en realidad, no se podrían entender sin sus opuestos.