1. Nos acercaremos al Derain desconocido
Si por algo conocemos a Derain, sobre todo, es por su vinculación al fauvismo, ese movimiento que nace en el 1905 bajo el impulso de pintores como Henri Matisse, cuyos colores vivos y asalvajados teñían la realidad de una línea cromática impensable. Verdes, amarillos, morados. Pero hay un segundo Derain más crepuscular y sombrío. Es el Derain que después de combatir en la Primera Guerra Mundial regresa a París e inicia una segunda etapa de paleta menos eufórica, tal vez abrumado por la sangre y el lodo de las trincheras. En los años 20 pinta un bodegón sobrio en el que se ven tres peras partidas por la mitad sobre un fondo negro, como en algunas escenas de los maestros del flamenco. Balthus y Giacometti, ambos artistas de una generación más joven, descubren ese lienzo y quedan fascinados. Así se traba la amistad entre los tres.