1. Sátira y chiste
A menudo, la admiración de Picasso por los grandes maestros del pasado se sostuvo en una irreverencia iconoclasta. Fue de los primeros que reivindicaron a El Greco, que en los años 20 del pasado siglo todavía era un pintor bastante desatendido. Una de las impresiones de juventud de Picasso, en la línea del hechizo stendhaleano, fue ver 'El entierro del conde Orgaz' en Toledo, cuadro que con el tiempo pervertiría en una serie de variaciones satíricas. En la más siniestra, el cadáver del conde aparece representado como un pollo asado servido en un plato, y la Virgen es una muchacha desnuda lasciva con la expresión de esas madonnas vampíricas de Munch. Aquí os dejamos este retrato con gorguera, tal vez una caricatura de 'El caballero de la mano en el pecho'.