Museo Cerralbo
En Madrid encontramos una serie de edificios decimonónicos que nos permiten aún hoy reconstruir las maneras de ver el mundo de la sociedad de ese tiempo. Son conjuntos arquitectónicos que mezclan de forma heterogénea lo perteneciente al pasado con nuevas técnicas, o colocan en el mismo lugar varias geografías lejanas de manera simultánea. En ellos, la arquitectura materializa las relaciones entre los avances científicos y tecnológicos, y las cuestiones políticas. Uno de esos lugares es el Museo Cerralbo, un palacio-museo especialmente bien conservado, hecho construir entre 1883 y 1893 por el XII Marqués de Cerralbo, Don Enrique de Aguilera (1845-1922). El edificio tenía la particularidad de servir a la vez como casa y como museo, y de él resultan fascinantes sus interiores, que muestran un constante horror vacui.
Las diferentes estancias han sido conservadas o recreadas tal cual las vivía el marqués. La Sala del Baño, la Sala Árabe, el salón Vestuario, el Salón de Baile o el Salón Estufa (un invernadero, al estilo de la moda europea), entre otros espacios, atesoran no sólo un conjunto de objetos cuanto menos opulento, sino que son testimonios visitables de cómo se configuraron las relaciones entre las personas (formalizadas en los distintos tipos de espacios para los distintos tipos de encuentros sociales) y las naciones (hechas visibles a través del coleccionismo y las modas), mostrando el papel de la tecnología y el conocimiento, como dispositivo o como hobby, para articular todo aquello.