Café A Brasileira (Lisboa)
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Los restaurantes y bares de Lisboa para una viaje gastronómico perfecto

El visitante que disfruta de comer y beber lo sabe: la capital portuguesa entra por los ojos, pero sobre todo por la boca

María José Gómez
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Sugerente, bonita, sabrosa. Hablamos de Lisboa, la capital de Portugal, un destino que tenemos a menos de dos horas –hace unos meses easyJet inauguró línea directa Barcelona-Lisboa con vuelos todos los días y a precios muy tentadores– que siempre apetece visitar. Hay muchísimas cosas interesantes que hacer, pero sin duda la de explorar con el paladar es una de las más recomendables.

Lisboa es como un bufet gigante, con una diversidad de platos y restaurantes perfecta para los paladares aventureros. Capital de un país que mira al mar, los pescados portugueses tienen justa fama y los fans del bacalao encontrarán aquí su paraíso: a la brasa, en pasteles o en croquetas, el bacalao es la vedete de las especialidades portuguesas con una receta para todos los días del año.

Los amantes de las carnes también tendrán dónde escoger. El cerdo prensado es un plato tradicional para chuparse los dedos, mientras que el 'cozido à portuguesa' es el guiso ideal para los días más fríos. Las 'iscas', un plato tradicional hecho con hígado, también es habitual en las casas de comidas más populares.

Los golosos disfrutarán mucho en Lisboa. Los 'pastéis de nata' son los dulces más famosos de Portugal, y no puedes salir de la ciudad sin haber comido unos cuantos (¡o muchos!). También son postres tradicionales la 'torta de laranja' y el 'bolo-rei'.

La gastronomía de Lisboa es un festival. Así que ven y no te preocupes por las calorías. Es tu oportunidad para comer bien y pasarlo bien a la vez. Estas direcciones seguro que te harán salivar.

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Una 'bica' con Pessoa

Comienza el día en compañía de Fernando Pessoa, que te espera –en su versión de bronce– en el Café A Brasileira, en el barrio de Chiado. Decorado al estilo del art-déco, era el favorito del poeta, que no faltaba ni un día. También fue el primer local en servir la 'bica', una especie de espresso. A cinco minutos tienes la Confeitaria Nacional, una pastelería de 1829, reconocida por preparar el mejor bolo-rei –roscón de reyes– de Lisboa.

El paraíso de los comilones curiosos

El Time Out Market, situado en el precioso Mercado da Ribeira (en el barrio de Cais do Sodré), es parada obligada para los 'foodies', ya que permite probar lo mejor de la gastronomía de Lisboa: desde platos de un chef con dos estrellas Michelin hasta el 'prego', el bocadillo de carne típico de Portugal. Baja la comida con una 'ginja' –licor de guindas– en el mítico, diminuto y casi bicentenario A Ginjinha (Largo São Domingos 8), en el barrio de Baixa.

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Dulces con (o que harán) historia

Pues sí, es el turno de los 'pastéis de Belém', y el lugar para degustarlos es la casa madre, en Rua de Belém. Para sentarse en el local tendrás que hacer cola, pero si optas por el 'take away' irás bastante deprisa. Por el camino de convertirse en clásicos, están los pasteles de Landeau Chocolate: tienen tres tiendas en Lisboa, pero te recomendamos que vayas a la que tienen a la muy interesante LxFactory. Aprovecha para visitar la librería Ler Devagar.

Recuerdos que perduran

Lisboa es capital conservera, así que si quieres llevarte un 'souvenir' que te ayude a rememorar los buenos momentos que saboreaste en el viaje puedes optar por algunas latas. Existen varias direcciones interesantes, como la de Conserveira de Lisboa (Rua dos Bacalhoeiros, 34), la tienda de conservas más antigua de Lisboa, abierta en 1930.

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Cena con efecto 'wow'

Después de maravillarte con las vistas del Miradouro da Senhora do Monte, camina quince minutos para cenar en Zé da Mouraria, en el barrio de Graça, y probar su célebre receta de bacalao y otras especialidades lisboetas como las 'iscas', o lonchas de hígado marinadas. Otra dirección clásica, esta en el corazón del barrio de Baixa, es Granja Velha (Douradores, 200) un restaurante popular que te puede recordar a locales míticos de Barcelona como el Gelida y el Portolés. Termina el día tomando una copa en el Pavilhão Chinês (Dom Pedro V, 89), el 'horror vacui' hecho bar. Inaugurado en 1985, recoge en cinco salas la colección que su fundador, Luis Pinto Coelho, fue coleccionando a lo largo de su vida: desde cascos de la Segunda Guerra Mundial hasta aviones en miniatura, desde piezas únicas de cerámica hasta figuritas curiosas de Betty Boop.

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