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Los pueblos más bonitos cerca de Barcelona

Del mar a la montaña: pueblos preciosos muy cerca de Barcelona para hacer una gran escapada

María José Gómez
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Barcelona es una ciudad repleta de joyas culturales, con sus monumentos, museos y una oferta gastronómica y de ocio para todos los gustos. Pero si quieres escapar del bullicio y descubrir la Cataluña más auténtica, no hace falta que te vayas muy lejos. A pocos kilómetros de la ciudad, se encuentran unos pueblos de cuento que te dejarán con la boca abierta. Para ir a la playa o vivir la naturaleza; para relajarse o para activarse; para disfrutar de una escapada gastronómica o explorar sitios con historia... descubre estas escapadas muy cerca de Barcelona a un montón de lugares espectaculares que merecen una visita. Y es difícil encontrar una excusa para no ir, ya que muchos se pueden visitar en tren o en un autobús.

Desde la cultura popular de Berga hasta la tranquilidad de Tavertet, pasando por la belleza costera de Sitges, la riqueza natural de Castellar de n'Hug y la atmósfera medieval de Rupit, estos lugares tienen tanto encanto que te costará creer que son reales. Te invitamos a descubrir algunos de los pueblos más bonitos cerca de Barcelona, sus lugares de interés y su cultura.

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17. Bagà

Situado a 732 metros de altitud, en los Pirineos, Bagà es un pequeño municipio de calles adoquinadas y edificios medievales, en los que destacan la iglesia de Sant Esteve, el museo ubicado en la antigua cárcel y el puente sobre el río Bastareny. La gastronomía es otro de los poderosos motivos por los que visitar este pueblo, sobre todo en tiempo de setas. Dad un paseo por los numerosos senderos que rodean a Bagà y volved con hambre: os pondréis las botas.

16. Cardona

Cardona, situado en la comarca del Bages a unos 90 kilómetros de Barcelona, es famoso por su patrimonio y su entorno natural. Su castillo, una fortaleza medieval con un Parador Nacional, es su principal atractivo. La Montaña de Sal y la Mina Nieves ofrecen visitas guiadas y un Parque Cultural. El centro histórico, con la iglesia de San Miguel y la colegiata de San Vicente, también destaca por su encanto. Asimismo, Cardona es ideal para actividades al aire libre como senderismo y ciclismo.

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15. Castellet i la Gornal

Situado a orillas del pantano de Foix, esta pequeña población del Alt Penedès ofrece muchas alegrías a los visitantes. Encontraréis, por ejemplo, la iglesia románica de Sant Pere de Castellet, la ermita de Santa Maria de Montanyans (ubicada a 195 metros de altura) y un puente romano cerca de Les Masuques. Sin embargo, las dos grandes estrellas son, sin duda, el majestuoso castillo del siglo X, y el pantano, desde donde salen numerosas rutas para descubrir el entorno natural del pueblo.

14. Olivella

Olivella se encuentra en medio del Parque del Garraf. Quizás el nombre del municipio os suena porque en este término está el Palau Novella, de estilo romanticista, donde vive una comunidad budista que se asentó ya hace bastante tiempo para hacer meditación y vida monástica. Se realizan visitas guiadas, en el que conoceréis el interior del edificio y también aspectos de la religión budista a través de las explicaciones de los monjes.

Aparte del Palau Novella, en Olivella hay que pasear sin prisas por su casco antiguo, conocer la plaza Mayor, la iglesia parroquial de Sant Pere y Sant Feliu, y el entramado de calles antiguas. E ir hasta el primer asentamiento del pueblo, sobre el Puig Molí, donde encontraremos un molino del siglo XVIII levantado sobre los restos del antiguo castillo, y también las ruinas de la iglesia, templo originario del siglo XIII y única muestra de arquitectura románica del Garraf.

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13. Montclar

Se dice muy alegremente, eso de pueblo con encanto. Pero en el caso de Montclar no lo diremos porque sí: la Agencia Catalana de Turismo de la Generalitat de Cataluña le otorgó este sello, una distinción que solo poseen ocho municipios catalanes. Y es que Montclar, a poco más de 15 km de Berga, goza de una ubicación privilegiada, es un pequeño núcleo precioso –está formado por una veintena de viviendas en el entorno de una gran y bonita plaza–, tiene excursiones fenomenales para hacer por los alrededores, y conserva un patrimonio que hay que conocer, como las iglesias de la Santa Creu, de Sant Quintí y de Sant Martí. Estaba coronado por un castillo, del que, desgraciadamente, no quedan restos.

12. La Garriga

Vale la pena visitar la Garriga y ensimismarse con sus múltiples edificios de finales del siglo XIX y primeros del XX. Caminad por el paseo, llano, largo, acogedor, donde se acumulan muchas de las grandes torres levantadas hace un centenar de años. Unos paneles os indicarán los nombres y la ubicación: Casa Sebastià Bosch i Sala, Casa Santamaria, Casa Barraquer, Torre Iris... Un punto y aparte, sin embargo, merece la manzana de torres que hay junto a la plaza del silencio. Es la llamada la Illa Raspall, donde conviven cuatro casas, rodeadas de jardín, construidas por Manuel J. Raspall entre 1910 y 1913, hoy protegidas como Bien Cultural de Interés Nacional.

En las afueras, en dirección a Les Franqueses del Vallès, hay un espacio que nos habla de un pasado doloroso: el campo de aviación de Rosanes. Fue construido en los años 30 del siglo pasado por un empresario argentino, pero con el estallido de la guerra civil fue ampliado y usado por el ejército republicano. Encontramos refugios antiaéreos, los edificios de los mandos y el comedor de los soldados, además de la torre de control.

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11. Berga

El casco antiguo de Berga es testigo de su historia: la plaza de Sant Pere, rodeada de edificios antiguos y bares que invitan a tomar un bocado y algo de beber, es el corazón de la ciudad, mientras que la iglesia de Santa Eulalia, del siglo XVII, es una de las construcciones más destacadas. Pero, sobre todo, Berga es conocida por la Patum, una fiesta que es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, llena de danzas y música tradicional.

10. Santa Coloma del Cervelló

Pasear por la Colonia Güell, en Santa Coloma de Cervelló, es realizar un viaje al pasado, cuando la industria textil irrumpió con fuerza en Cataluña. En 1890 el empresario Eusebi Güell comenzó a levantar esta colonia, con el objetivo de crear un núcleo industrial y urbano con teatro, iglesia y escuela incluida, con una vida social y económica tutelada por la empresa. Lo más sorprende de todo es que la colonia es también una obra de arte modernista toda ella, que fue proyectada por los principales arquitectos del momento, entre los que estaba Gaudí, quien se encargó de la iglesia: la cripta Gaudí, lo que sería el paso previo a la Sagrada Familia.

Se puede ir desde la plaza de España con ferrocarril.

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9. Caldes de Montbui

Después de un paseo por el pueblo -callejones de piedra, plaza Mayor, bares de verdad y tiendas de toda la vida- no podréis cruzar una calle sin recibir una señal para que paséis la tarde en un balneario. Caldes de Montbui es el pueblo del 'self-care', porque es un pueblo de aguas termales, y lo podéis comprobar poniendo la mano bajo la fuente del Lleó (sacadla rápido, que no os queméis) y, sobre todo, pasando unas cuantas horas en uno de los balnearios del pueblo. Ojalá todo el turismo exigiera más relajación y menos caminar. En Broquetas, por ejemplo, podéis hacer 2 técnicas de agua termal por 28 €. Si tenéis tiempo, podéis dar un paseo por el parque de Can Rius -ideal para los niños-, comprar pasta en la tienda Sanmartí -tiene más de 300 años- y no os perdáis la exposición permanente del museo: de una forma didáctica y muy agradable aprenderéis sobre el origen del pueblo y las aguas termales. No os vayáis de Caldes sin probar su cerveza artesana: sentaos en un bar y pedid: "¡Una Unika, por favor!"

8. Copons

A unos 15 minutos en coche de Igualada, en Copons hay un poco de todo: edificios religiosos y civiles, plazas, callejones, fábricas, fuentes e incluso pozas. También huertos, balsas y molinos que se encuentran en las afueras del núcleo pero muy cerca de las primeras casas. Hay también un punto de información turística situado en el restaurante cafetería La Culletera y es un buen lugar donde empezar, ya que allí mismo hay cosas por ver como la rectoría, que data del 1760, y la iglesia de Santa María de Copons, con elementos neoclásicos y barrocos. Nos gusta especialmente la plaza Ramon Godó, con arcos de varias tipologías. Precisamente fue un Godó, Hermenegildo, quien fundó la gran fábrica textil que aún se mantiene en pie y que conecta con un paso elevado con Cal Mero. Si tenéis tiempo, id también a las pozas de Nafré i Salat, así como a la iglesia románica de Sant Pere.

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