La Garriga
Empezamos en una villa que fue de las primeras que acogió a la burguesía barcelonesa en los veranos, y este hecho dejó muchas muestras de Modernismo y cambió su fisonomía. Ahora no estamos en verano, pero evidentemente también vale la pena visitar La Garriga y dejarse llevar al pasado a través de sus múltiples edificios de finales del siglo XIX y primeros del XX. Tenéis que andar relajadamente por el Paseo, llano, largo, acogedor, en los que se acumulan muchas de las grandes torres alzadas hace un centenar de años. Unos paneles al inicio o al final del Paseo os indicarán los nombres y la ubicación: Casa Sebastià Bosch i Sala, Casa Santamaria, Casa Barraquer, Torre Iris... Un punto y aparte merece la manzana de torres que hay junto a la plaza del Silencio. Es la llamada la Illa Raspall, en la que conviven cuatro casas, rodeadas de jardín, construidas por Manuel J. Raspall entre 1910 y 1913, hoy protegidas como Bien Cultural de Interés Nacional. La primera obra arquitectónica de Raspall, no obstante, la encontraréis en la céntrica calle dels Banys; allí, en 1903, el arquitecto reformó de arriba a abajo la casa solariega de su madre. Mantuvo algunos elementos góticos de la masía del siglo XIV, y se notan las lecciones de Josep Puig i Cadafalch.
Sin dejar la población, cambiamos totalmente de temática. En las afueras, en dirección a Les Franqueses del Vallès, hay un espacio que nos habla de un pasado doloroso y no muy lejano: el campo de aviación de Rosanes. Fue construido en los años 30 del siglo pasado por un empresario argentino, pero con el estallido de la guerra civil fue ampliado y usado por parte del ejército republicano, y se convirtió en un punto de gran importancia estratégica. En el lugar encontramos refugios antiaéreos, los edificios de los mandos y el comedor de los soldados, además de la torre de control.
Dejamos atrás la Historia y nos adentramos en la Naturaleza del presente. Desde La Garriga se pueden realizar varios recorridos a través de los cuales descubriréis el relieve y el paisaje de esta parte del Vallès. Escoged el que más os plazca, pero, si vais con familia, os recomendamos uno sencillo y no muy largo, el de Ca l'Oliveró. Saliendo del paseo de los Til·lers, debéis dirigiros hacia la calle Cardedeu y el torrente de la Cova. El camino hará un poco de subida, pero sin ninguna dificultad, y podréis ver antiguos campos de cultivo hoy reconquistados por el bosque, una fantástica vista de La Garriga, y la masía de Ca l'Oliveró, del siglo XVI.
Si antes de iros de La Garriga queréis adquirir algunos productos de proximidad, podéis entrar en la agrotienda El Rebost del Pou Calent, en la calle dels Banys. De hecho, en la comarca que estamos visitando hay una larga lista de agrotiendas en los que se venden productos agrarios procedentes de cooperativas y agrarias y otros productores locales.