1. Brotes surrealistas
No es nada fácil encontrar jardines surrealistas, pero es que figuras como Dalí no abundan. El artista llevó su creación también a los ámbitos domésticos y en los jardines de su residencia de Port Lligat (Alt Empordà). Aquí plasmó todo un mundo hedonista y absurdo, mezclando plantas mediterráneas con toda una amalgama de objetos, como la célebre piscina con forma de pene. En el castillo de Púbol (Baix Empordà), los jardines responden más a parámetros formales –de vago aire renacentista– donde intercaló esculturas suyas, piscinas y un ninfeo en homenaje a Wagner.