5 escapadas de última hora para Semana Santa

El ruido producido por Valencia, entre los mejores destinos urbanos para una escapada, supera ya al de las mascletás. Y creemos haber descubierto su secreto: un respeto incondicional a las tradiciones mientras abraza a las nuevas tendencias. Del aniversario de Sorolla (el más famoso de todos los pintores valencianos), al nuevo CaixaForum recién abierto en el Ágora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias; del 'esmorzaret' (que nadie lo confunda con un 'brunch') en el nuevo y gastronómico Mercado de la Imprenta (una oda en la 'terreta' en clave 'street food'). Porque la ciudad del Turia no necesita playa (ni fallas) para estar 'on fire'.

Si vas demasiado a última hora, nada te impide escaparte, aunque sea un solo día, a este pueblecito de casas blancas y barcas en la playa, cuna de las habaneras (aparte de la gran cantada de julio, puedes encontrarte grupos cantando en las tabernas mientras cenas, como hacían antiguamente los pescadores durante las noches de invierno). No te equivocarás eligiendo cualquiera de los restaurantes de Calella, pero debes ser previsor, ¡se llenan enseguida! Después de degustar una comida marinera (lástima que la temporada de erizos de mar ya ha terminado) podemos pasear unos veinte minutos mirando el mar hasta Llafranc o ir hacia el sur, un camino más escarpado y tranquilo que bordea la costa hasta la playa de El Golfet, ideal para pequeños aventureros.

Viajar a un destino de playa fuera de temporada invita a descubrirlo desde dentro. Y el casco histórico de Palma puede servir de campo base durante un fin de semana en Mallorca: dormir en el hotel Cort (boutique, neoyorquino y mediterráneo, en una plaza arquitectónicamente bellísima), almuerzo en el Fera (el restaurante gastronómico del polifacético Iván Levy donde se fusiona la cocina local con Asia) y una ruta por la sierra de la Tramuntana: desde Palma sale el tren histórico a Sóller (vagones de madera, locomotora de vapor) y desde aquí, una caminata a Fornalutx (bonito e imprescindible). Si deseas exprimir un poco más la isla, pon rumbo a Can Feliu (en la llanura atípica de Porreres), un sueño de agroturismo para amantes de la naturaleza y el vino ecológico.

Quizás ha llegado el momento de que Marbella vuelva a ser la ciudad típicamente andaluza, de placitas y paredes blancas, que mira el mar por encima del lujo, los yates y la jet-set de Puerto Banús. La capital de la Costa del Sol resurge de las cenizas de oro a golpe de alta cocina (muy para sibaritas, pero con precios para todos) con la vuelta del BiBo de Dani García y la apertura del primer restaurante peruano Coya en Europa (ambos este mes, y ambos en Puente Romano Beach Resort), y con el desembarco del nuevo beach club Barbillón (llega desde Madrid con un formato muy para compartir entre amigos).

Salimos de nuestra zona mediterránea de confort y ponemos rumbo hacia el norte buscando alguna playa en el País Vasco francés. Más allá de San Juan Lohitzune, entre Biarritz y Bayona, se esconde esta pequeña villa marinera (a 45 minutos en coche desde el aeropuerto de Biarritz), una joya que combina el salitre con el aire fresco de los bosques, la brisa marina con el agua dulce de sus lagos. Algunos son privados y tienen cabañas flotantes de ensueño a las que se accede solo por barca, como el que acoge el renovado y recién abierto Brindos Lac & Château. Una auténtica fantasía.