De "Maresmes" hay muchos, quizá tantos como poblaciones podemos contar en la comarca, o aún más. Existe el Maresme pendiente del mar, y el que sube a las montañas, hay también el que aprovecha sus aguas milagrosas, el de las grandes superficies comerciales y el de las tiendas de toda la vida, el que se vierte al turismo y el que prácticamente no ha visto nunca un extranjero en sus calles, el que trabaja la tierra y el que pasa horas en las fábricas... Conocerlos todos en sólo 48 horas es imposible, pero la escapada que proponemos es un buen ejemplo de la diversidad de la comarca.
Día 2: mar, parques y patrimonio
Nos vamos a la otra punta de la comarca, a Malgrat de Mar, un destino de Turismo Familiar, población costera tranquila y con atractivos más que suficientes para pasar todo un día. En verano, claro, sus playas se llenan de bañadores y de bikinis y de olor a crema solar; la salida que aquí os proponemos es para el otoño-invierno, pero igualmente vale la pena acercarse al inmenso azul y descubrir sus más de 4,5 km de playas (o al menos una parte!).
Ahora bien, en Malgrat también debemos destacar sus dos grandes parques, el del Castell y el de Francesc Macià. El primero se encuentra sobre una colina que nos ofrece una magnífica panorámica del municipio, y cuenta con itinerarios de contenido botánico: encontraréis 127 especies diferentes, todas ellas señalizadas. Es un gran espacio de ocio en el que durante el año se celebran romerías, fiestas, conciertos o verbenas populares. Y hablando de grandes espacios, el otro parque que os mencionábamos, el de Francesc Macià, es de los más extensos de la comarca, con 40.000 m2 de superficie. Hay lugar para todo: juegos infantiles, zonas deportivas, un anfiteatro donde se montan espectáculos, elementos escultóricos, didácticos y botánicos, o incluso zonas de picnic.
Y entre el mar y los parques, en Malgrat también hay unos cuantos edificios y calles que vale la pena conocer. Pasead sin prisas y observad la iglesia de San Nicolás, con fachada neoclásica, los edificios modernistas, como el Ayuntamiento, Can Arnau y la Torre de la Viuda de Can Sala, o el Antiguo Hospital y Capilla, que tiene su origen en una donación que Hug Descolomer hizo un lejano 1441 para que se levantara un hospital para los pobres de Jesucristo.
Día 3: las aguas de Caldes d'Estrac
Estamos seguros que el punto y final de la escapada que os hemos preparado os encantará. Pero ya llegaremos, que el día es muy largo y tenemos tiempo para todo. Por ejemplo, para volver esta mañana a Alella porque nos espera un taller de cata. Lo ofrece en Celler Alella Vinícola y, eso sí, tenemos que haber reservado previamente y que haya un mínimo de 8 personas inscritas. La actividad tiene una duración de dos horas, e incluye probar seis variedades de vino y la visita guiada a la bodega. Esto os permitirá aprender vocabulario específico del mundo del vino y las diferencias entre los diversos tipos que hay.
Y ahora sí, cerramos la salida yendo al pueblo más pequeño de la comarca en superficie, pero uno de los primeros de toda Cataluña que los veraneantes eligieron para pasar unos días. El hecho de contar con unas aguas mesotermales buenas para la salud que brotan a 38,8 ºC fue uno de los principales motivos, unas propiedades conocidas desde antiguo y que todavía se puede disfrutar en el Balneario Caldes d'Estrac, de titularidad municipal, y donde podréis elegir entre una larga lista de tratamientos y servicios para poner la guinda a la escapada y volver a casa relajados y con las pilas cargadas.
Ubicado en un edificio renacentista en la plaza del Ayuntamiento, la planta baja del museo se reserva para exposiciones temporales, mientras que el primer y el segundo piso se puede conocer de manera cronológica la historia de Mataró, desde su pasado romano (con algunos hallazgos destacables expuestas en el museo), hasta la época actual, pasando por el importante desarrollo industrial basado en el género de punto. Cabe decir, que el Museu también cuenta con otras secciones en diversos espacios de la ciudad, como en Ca l'Arenas (C / Argentona, 64), donde se exhibe la colección de arte.
Lo encontraréis en la céntrica plaça de l’Eglésia del municipio. El Museo cuenta con una excelente colección de cántaros, algunos muy originales y graciosos, fruto de importantes donaciones desde el año 1975 hasta ahora, y adquisiciones que se están llevando a cabo. La historia de este utensilio y su proceso de fabricación convierten la visita en pedagógica y apta para todas las edades. También son de relevancia, sin embargo, las exposiciones temporales que acoge el centro.
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