L'Ampolla es una acogedora villa marinera, que no ha sido nunca asaltada por el turismo agresivo. Lugar de veraneo habitual por familias tortosinas y del interior de la comarca del Baix Ebre, mantiene la esencia y la familiaridad de un pueblo de poco más de 3.000 habitantes. El puerto pesquero con las típicas redes de pescadores extendidas al sol y las fachadas de las casas con porches pintados de blanco, conviven con las terrazas de los restaurantes de las grandes sagas familiares de hosteleros en primera línea de mar. Su costa alterna tanto las minúsculas calas de rocas en la parte norte como las extensas playas de arena fina en la parte sur. De hecho, l'Ampolla es conocida como la puerta de entrada al Delta del Ebro, precisamente porque su área municipal se adentra hacia el mar, formando el hemisferio derecho del Delta. Y lo que mucha gente no sabe es que se denomina así, "Ampolla" -botella en catalán- por la forma que tiene, entre el mar y el río, ya que hace siglos allí se situaba la antigua desembocadura del río Ebro.
Llegados a l'Ampolla es necesario dejar coches, maletas, guías, propósitos, angustias y móviles en el hotel o al camping. Sólo nos hará falta ropa ligera, calzado cómodo y una sola dirección en mente: hacia el este, hacia el mar. Tampoco hace falta que lo digamos, pero es cierto que cuando llegas a un pueblo con mar, éste te atrae como si se tratara de un imán.
Si hace buen tiempo y el sol aprieta, daros primero un baño en la playa del Baconé, una playa de piedras y de agua clara próxima al pueblo. Ya refrescados, podéis coger el camino costero GR-92 y andar en dirección norte, más que nada para inspeccionar el terreno y ver una bonita panorámica de L'Ampolla al fondo cuando empiece a caer el sol. Cuando notéis que os habéis deshecho del estrés urbano, ya podéis dar la vuelta otra vez hacia el pueblo, dónde os aconsejamos que os deis una vuelta por el paseo marítimo, para elegir el lugar del primer homenaje gastronómico. Sí, sí, os espera un vino blanco bien fresco - a ser posible una Garnatxa Blanca para hacer honor a la tierra- y después un buen surtido de entrantes de marisco como, por ejemplo, unos mejillones al vapor, unas almejas o, para los que ya hayan cobrado la nómina, unos langostinos o unas buenas ostras del Delta. L'Ampolla es una de las poblaciones que más ha invertido en la promoción de este molusco que se cultiva en óptimas condiciones en las bahías del Delta. Y tenemos que decir que, a pesar de que no está al alcance de todos los bolsillos, aquí podréis probar ostras a unos precios bastante asequibles.
Después de un buen desayuno -mirando al mar siempre que sea posible- coged las bicis -si no traéis bicis propias podéis alquilarlas en la empresa Delta Tourístic and Rent, ubicada en l'Ampolla mismo- y preparaos para entrar de pleno en una reserva natural. Os proponemos una ruta de unos catorce kilómetros, aptos por todos los públicos, también para niños, que recorrerá el área protegida del Parque Natural del Delta del Ebro. Sí, naturaleza en mayúsculas. El itinerario que os aconsejamos va desde l'Ampolla hasta la Balsa de las Ollas y llega hasta el Goleró. Desde aquí se vuelve al punto de salida bordeando los campos de arroz de la zona y resiguiendo los límites del espacio protegido. Cabe decir que la Bassa de les Olles es una laguna rodeada de arrozales y de dunas junto al mar ante la Bahía del Fangar. Es habitual poder observar gran cantidad de aves acuáticas y si tenemos alma de biólogos disfrutaréis mucho, porque es uno de los espacios húmedos más singulares de Europa, con una flora igualmente difícil de encontrar en otros lugares. El Goleró se encuentra al final de un antiguo brazo del Ebro que conecta con el río, a la altura de la isla de Gràcia, con la Bahía del Fangar. Probablemente podía haber sido la desembocadura del río en el siglo XI, como indicábamos anteriormente. Antes de dar la vuelta, observad las vistas de l'Ampolla desde el Delta, y añadid las instantáneas a vuestro álbum de fotos particular. En cuanto a la comida, una buena opción es llevarse bocadillos y hacer una parada en el camino para hacer un picnic, pero si sois de buena mesa, os recomendamos que al volver a l'Ampolla hagáis un buen vermut al sol -una tradición recientemente rescatada con todos los honores - que hará de preludio de un arroz como manda la tradición local. Sí, un arroz en alguna de sus variedades más autóctonas; arroz negro, arroz a banda o el clásico de marisco. El que os guste más.
Si no estáis demasiado cansados, la idea es que hoy veáis con más calma que el primer día cómo el mar va perdiendo intensidad y el cielo se vuelve rojizo, lila y finalmente oscuro desde primera línea de mar. ¿Cómo? A través de un recorrido programado por el sendero GR-92. Os proponemos que después de haber reposado la comida, os dirijáis en dirección a l'Ametlla de Mar hasta llegar a la Cala del Águila, ya en el término del Perelló. El recorrido transcurre junto a la orilla del mar, resiguiendo los antiguos caminos de ronda, que hasta hace poco transitaban los carabineros para vigilar la actividad de los contrabandistas, que aprovechaban la oscuridad de la noche en este litoral tan abrupto. Pasaréis por calas muy bonitas hasta la playa de Cap-Roig. Los tramos rocosos se intercalan con pequeñas calas de piedra pequeña, donde se amontonan los guijarros que arrastra el agua durante las riadas. Aprovechad para hacer fotografías y captar la diversidad cromática del lugar. Desde el ocre y el dorado de los márgenes a los tonos rojizos de los acantilados, todo combinado con el verde de los pinares y el morado intenso del mar. Un lujo para los sentidos. Si hace buen tiempo, aprovechad para remojaros en alguna de las calas. Os sentará bien. Os aconsejamos que hacia las 19 h deis la vuelta otra vez en dirección a l'Ampolla, donde llegaréis justo a tiempo para ir al hotel, daros una buena ducha, y salir a lucir bronceado por el Paseo Marítimo. A pesar de que el turismo en l'Ampolla es más bien familiar, también suele haber grupos de franceses y belgas que tienen apartamentos en el pueblo, o bien, que pasan unos días en los campings de la zona. Quién sabe si cupido hará acto de presencia en estas idas y venidas a la orilla del mar. Si sois fans de la fiesta techno u os gusta el pachangueo, durante los meses de verano podéis ver cómo se hace de día en la discoteca Mediterránea, una carpa con varias salas situada ante la playa del Arenal.
Si el sábado habíamos hecho ruta terrestre, el domingo toca cambiar de superficie. La idea es hacer un trayecto en barca para observar directamente los viveros de ostras y mejillones del Delta. Tanto en esta bahía, la del Fangar, como la situada frente a Sant Carles de la Ràpita, la de los Alfacs, las aguas son tranquilas y el fondo está cubierto de extensas praderas de algas, esto hace que éste sea un ecosistema muy fértil para criar marisco. Una vez llegados a las estructuras marinas que sirven para producir marisco, el guía nos explicará cómo se realiza todo el proceso, desde la cría hasta la recogida. También podréis ver un pequeño museo de antiguos y modernos instrumentos de trabajo relacionados con estos cultivos entre otras curiosidades. Ya para finalizar la visita, y en la misma plataforma, podremos hacer una degustación de productos autóctonos de la Bahía, como son las ostras y los mejillones, acompañados de un buen vino blanco.
Ya de vuelta al casco urbano, os proponemos dos cosas: o bien que aprovechéis la tarde descansando en la playa del Arenal, o si el tiempo no acompaña, que deis una vuelta por las acogedoras callejuelas de la población. Si hace sol, estamos seguros de que no os podréis resistir a la primera opción. Esta es una de las playas más largas de la zona, hecho que permite que nunca se masifique, y podáis disfrutar de mucha intimidad. Justo delante, como queda un poco a las afueras del casco urbano, hay chiringuitos y carpas de verano, donde poder disfrutar de un café con hielo mientras se escucha música chill-out. Si optáis por la segunda de las opciones, lo mejor es hacer una ruta por el puerto pesquero y después adentrarse en el núcleo histórico del municipio, que básicamente se sitúa alrededor de la iglesia de San Juan. Precisamente en honor a su patrón, l'Ampolla es uno de los municipios que inaugura las fiestas mayores de verano en las Terres de l'Ebre, puesto que las celebra la semana del 24 de junio.