Suculentas parrilladas de carne a la brasa a precios muy populares. Si os apetece una buena comida al rescoldo de las brasas de un restaurante familiar, Can Lluís es una buena opción. Para empezar, os recomendamos una selección de embutidos para compartir y, de segundo, costillas de cordero, salchichas, entrecot o pies de cerdo, todo a la parrilla acompañado de escalivada y patatas fritas. Y, como no, para regarlo, vino DO Terra Alta.
Muchos empiezan a decir que la Terra Alta es la Toscana catalana. Un territorio que exalta la esencia mediterránea en sus paisajes, en su gente, y también en la calidad de su aceite y su vino. De la misma manera que la luz de esta zona italiana inspiró a genios como Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel, los paisajes, las formas redondeadas de las montañas y la luz de la Terra Alta, también han seducido a artistas como, por ejemplo, Pablo Picasso. La Terra Alta, ahora, es uno de los lugares de Catalunya más vírgenes si lo comparamos con su potencial cultural, natural y gastronómico. Esta comarca ofrece al visitante atractivas rutas por las bodegas de vino y molinos de aceite, al mismo tiempo que empieza a destapar su interesante patrimonio histórico, en gran medida vinculado a la Batalla del Ebro.
Llegar a la Terra Alta por la carretera ya es toda una experiencia óptima para desconectar. Cruzando los Ports de Beseit, encontraremos algunas de las perspectivas más bonitas y espectaculares de estas montañas. Incluso, de camino, con un poco de suerte podremos observar alguna cabra salvaje, relativamente fáciles de ver si nos fijamos. Enfilando la carretera en dirección a Horta de Sant Joan, un vez aparece el pueblo delante nuestro, las casas parece que se amontonen unas sobre las otras creando una visión casi cubista del pueblo, como si nos persiguiera la estela de Picasso, el pintor a quien tanto inspiró este paraje. Y es que, a parte del fantástico entorno, este pueblo tiene uno de los centros históricos más interesantes de la zona. De hecho, el conjunto arquitectónico de Horta está declarado Bien Cultural de Interés Nacional y está protegido.
La plaza porticada y los edificios de 'carreus' que la rodean fueron construidos durante el siglo XVI, en una época de esplendor del pueblo. También tienen una buena carga de historia el Ayuntamiento, la Casa de la Comanda o la antigua cárcel. Os aconsejamos que toméis una cerveza bien fresca en uno de los míticos bares de la Plaza, justo antes de dirigiros a cenar. Aquí no hay duda, es obligado un cordero a la brasa. Los restaurantes del pueblo lo cocinan de forma soberbia y, algunos se han especializado en la cocina del 'crestó', un cabrito de la especie de cabra blanca que se cocina estofado con ajos y laurel. Dejaos aconsejar con el vino, ¡recordad que estáis en una de las zonas vinícolas más distinguidas de Catalunya!
Bien temprano, es hora per dar una vuelta por las tiendas de alimentación local para vivir de primera mano cómo es la vida cotidiana en el pueblo. Podéis comprar embutidos en la carnicería, pan en el horno de leña y algunas pastas típicas como los almendrados, los 'panadons' o los mantecados para ponerlos en la mochila y no pasar hambre durante el día. Hoy toca excursión por la Via Verda, un itinerario que recorre la antigua línea ferroviaria de la Vall de Safan, ahora abandonada, y que nos deparará paisajes realmente impresionantes. Paisajes imponentes entre la sierra de Cavalls y Pàndols, túneles de ferrocarril abandonados o balsas con fuentes de agua potable, son algunas de las cosas que encontraremos en el camino.
Saldremos desde la Estación de Arnes-Lledó, y pasaremos primero por Horta de Sant Joan, donde ya empezaremos un tramo en el que hay siete túneles de tren abandonados hasta llegar a la estación de Bot. Merece la pena detenernos en este punto. Bot es una población agrícola que tiene el origen en un asentamiento ibérico y uno de los pueblos donde hay más producción de vino terraltino. Sin demasiado tiempo para perder, seguiremos la ruta cruzando el término de Prat de Comte, donde encontraremos el santuario y el balneario de la Fontcalda, que pertenece al término municipal de Gandesa, y está situado en el otro lado del Canaletes. En este espacio hay una zona de picnic que es un buen sitio para sacar la fiambrera o los bocadillos y comer disfrutando de la naturaleza.
Una vez hecha una siesta debajo de un pino, seguiremos el recorrido hasta el Pinell de Brai, uno de los pueblos situados más al sur de la comarca. Tenemos que decir que la línea de autobuses Tortosa-Arnes-Beseit facilita el retorno al punto de origen de los ciclistas.
Esta tarde os proponemos que cojáis el coche y os trasladéis a Corbera d'Ebre, uno de los espacios de la Terra Alta de visita obligada. Este pueblo se ha construido al lado de las ruinas del Poble Vell, que quedó totalmente destruido durante la Batalla del Ebro. Se trata, por lo tanto, de todo un museo al aire libre, en el que el desastre de la guerra se observa a flor de piel. Entre las calles abandonadas hay una exposición permanente de esculturas que representan las letras del abecedario y son un canto a la paz y a los derechos humanos. La iglesia del Poble Vell restaurada recientemente, ofrece exposiciones temporales, y también la oportunidad de subir al campanario para ver unas vistas privilegiadas de los campos. Normalmente hay que pagar una entrada de 3 euros para acceder a este recinto abandonado, un precio que, sin duda, merece la pena abonar para vivir esta experiencia. Solo hace falta estar en silencio para sentir cómo el ruido del viento impacta contra los pinos y los matorrales que han crecido en el interior de las casas abandonadas.
Saliendo del Poble Vell, os recomendamos que os desplacéis hasta la Cota 402, un cerro situado al lado del cementerio de Corbera d'Ebre y a poco más de un kilómetro del núcleo urbano, donde tuvo lugar uno de los episodios más cruentos de la Batalla del Ebro. No hace mucho tiempo, la asociación Cota 402 inició un proyecto de recuperación del espacio histórico. Su objetivo fue rehabilitar los elementos del antiguo lugar de mando -trincheras, barracas y observatorios-, señalizándolos y promocionándolos a través de visitas guiadas como un nuevo activo turístico y cultural. Ahora, algunas bodegas de la zona, como por ejemplo el Celler Frisach, organizan catas de vinos en esta montaña con vistas privilegiadas al valle de Gandesa.
Hoy es día de disfrutar de lleno de los productos de la tierra, por eso haremos una ruta por las principales zonas productoras de vino y aceite. A parte de disfrutar del paisaje de viña y olivos, también visitaremos de cerca el proceso de elaboración de estos dos productos, visitando las bodegas y molinos de la comarca, que cada vez más están abriendo las puertas al público. De buena mañana, iniciaremos la ruta en Gandesa, capital de la Terra Alta, donde encontramos la sede del Consejo Regulador de la DO Terra Alta y edificio de la cooperativa agrícola modernista, obra de Cèsar Martinell.
Después de visitar el centro de interpretación que hay en el sótano del Consejo Regulador, preguntaremos si hay posibilidad de agendar alguna visita guiada por alguna de las bodegas que tienen previsto abrir sus puertas al público, si la gente así lo pide. Normalmente en la Terra Alta todavía hace falta llamar para concertar una visita. Es lo que tiene estar en una zona donde aún no ha estallado la fiebre turística.
Después de haber hecho una ruta guiada por una bodega, con su correspondiente cata, nos dirigiremos hacia Vilalba dels Arcs. Estas valles, formadas por muros, entre Gandesa y Vilaba acaparan buena parte de la superficie vitícola de la comarca. Vilalba dels Arcs tiene como motor económico la vitivinicultura y cuenta con diversas bodegas inscritas en la DO Terra Alta. Os recomendamos que comáis en el Restaurante Nou Moderno, un clásico reconvertido que es un buque insignia en la comarca. Los hermanos Vallespí, dos jóvenes que han decidido seguir el negocio familiar, os aconsejaran qué es lo mejor de la carta y también os darán, de primera mano, cuatro pistas para no perderos lo mejor de la comarca.
Después de comer, nos dirigiremos a Batea, y poca broma, porque su término municipal es el que cuenta con la mayor superficie vitícola de la comarca. A parte, el núcleo urbano merece un paseo y un café en alguna de las terrazas. Los arcos de les fachadas, los porches y los 'carreus', lo convierten en uno de los núcleos antiguos medievales más bonitos de las Terres de l'Ebre.
Dejando Batea por la pista que la une con Caseres, llegaréis a un mirador excepcional, el de las Planas de Almudefer. Allí, bajad del coche, respirad profundamente y contemplad en el horizonte el altiplano de la Terra Alta, seguramente un lugar ideal para prometer que volveréis a poner los pies en estas tierras. La ruta acaba en el Pinell de Brai, donde tenemos visita obligada a la bodega cooperativa obra del arquitecto Cèsar Martinell. En el interior hay un antiguo molino de prensa neumática muy curioso de ver. Además, tenéis que saber que la bodega, por fuera, es la imagen más conocida del Pinell de Brai, y por dentro, hace poco que se han hecho unas interesantes reformas. De hecho, en una de las alas de la enorme nave interior, se ha ubicado un restaurante de cocina de autor.
Después de cargar el maletero del coche de vino, aceite, frutas y comida variada, llega el momento de despedirse del fin de semana.